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La primera explosión


Un disco de El Pescaílla

Con la radio y la televisión, Antonio González y sobre todo Peret son los primeros que alcanzan la fama en los años sesenta con su rumba catalana. Antonio González, curtido como guitarrista del comercial cantante aflamencao Rafael Farina, se especializa en versionar boleros o canciones de Frank Sinatra, haciendo unas rumbas sensuales, casi susurradas, pero a un ritmo rápido. Peret se concentra en canciones alegres, de juerga, con letras a veces hilarantes. En los dos se nota la influencia de la mejor música cubana, de Frank Sinatra, y en Peret de Elvis Presley. Luego Antonio González se casa con Lola Flores, la Faraona, de Barcelona se traslada a Madrid, y pasa a un segundo plano. En muchos discos de Lola Flores se nota su toque, pero él se va eclipsando. Y lo que hace Lola Flores es show-biz, con un poquito de todo: coplas, mucho cuplé aflamencao, y piezas rápidas en compás de bulerías o sobre bases rumberas... El campo queda casi entero para Peret, que se lo come todo y se convierte en el Rey.


Portada de El mig amic
de Peret

En sus inicios a mediados de los sesenta, Peret tiene un éxito tras otro, basados en un esquema sencillo: guitarras, palmas, a veces piano o bongos. Versiona canciones bailables popularizadas por las orquestas cubanas y de mambos. Su composición en catalán El mig amic, dedicada a su padre, es la mejor canción de la nova cançó según Manuel Vázquez Montalbán. Hay un par de excelentes compilaciones en CD de su mejor época (Rumbas de oro, y Todas sus grabaciones para Discophon). A principios de los setenta empieza a decaer musicalmente, aunque sigue teniendo éxitos (más que antes: su Borriquito arrasa en ventas y popularidad). El CD recopilatorio de grandes éxitos de Peret de Ariola-BMG documenta esta decadencia, y permite contrastar piezas tempranas muy conseguidas con las posteriores mediocres cursilerías carentes de gracia. ¡El pobre Peret llegará a cantar letras de Vizcaíno Casas, hacer películas y sufrir arreglos del televisivo maestro Adolfo Waitzman! Después incorporará teclados eléctricos, y cantará discos enteros en catalán, pero no volverá a tener la frescura y la gracia de sus primeros discos.
Más adelante, el Rey tiene una crisis, se convierte a la carismática Iglesia Evangélica de Filadelfia, muy popular entre los gitanos, y durante algunos años sólo cantará a Dios en el templo, dejará las juergas y la bebida, y se reorientará a la vida familiar.


Ramonet y sus rumberos

Durante los sesenta aparecen en Barcelona otros músicos que merecen cierta atención. Ramonet (alias Ramón Reyes), con un estilo que acentúa el ritmo, con canciones de nuevo frescas y festivas (el partido, bacalao salao...), y el Chacho, que destaca por ser pianista además de cantar, al que acompañan guitarristas como Juan Pubill o Andrés Batista. También el Chango, la Marelu, la Teresiya... Las compañías Discophon y Belter tienen un papel importante. Un pianista de Vic, Josep Papá Cunill, hace de arreglista para Discophon (luego lo recuperará el Gato. Aunque en esta linea surgen propuestas innovadoras, como los Amaya (Delfín y Pepe) y su combo gitano, que introducen la guitarra eléctrica y refuerzan las polirritmias, pronto predomina otra forma de hacer la rumba, con acompañamientos machacones, el mismo arreglo de viento repetido una y mil veces, que a lo largo de los años setenta empapa los discos del Chele, El Noi, y hasta El Payo Juan Manuel (además de infectar los de Peret y otros músicos de esta época). A la decadencia musical le sigue la comercial: el público abandona un género repetitivo y sin ideas. Muchos de los músicos vuelven a sus negocios de siempre, y guardan las guitarras para sus fiestas.