M.V.M.

Creado el
12/4/02.


Más sobre Erec y Enide:

1) Entrevista de Rosa Mora

2) Reseña de Vespito.net

3) Artículo de Tito Ros


Una leyenda
política y vital

Quim Aranda

Exclusivo en castellano para Vespito.net


Manuel Vázquez Montalbán es autor de "ideas lentas, como libros desplomándose", y más que lentas diría que profundas, de larga duración, al final de las cuales, o como resultados de las mismas, los libros acaban desplomándose, esto es, se hacen realidad. Lo demuestra una vez más con su última novela, Erec y Enide, relectura en clave vital -esperanzadora y desesperanzada al mismo tiempo- y también -y no es un aspecto menospreciable- en clave política de la materia artúrica que da título a la obra.
       Erec y Enide, mito o leyenda que el escritor toma como punto de referencia de su narración, está presente en la trayectoria de MVM desde hace casi cuarenta años. El mismo ha declarado recientemente que fue en las clases de Martí de Riquer donde conoció la leyenda de Chrétien de Troyes y, a partir de ese momento, quedó fascinado por ella. También ha declarado -sorprendentemente de forma errónea- que al mito de los amantes que han de reinventar el amor cada día -eso son Erec y Enide- dedicó uno de los poemas de Una educación sentimental. Es cierto que escribió un poema sobre o a partir del mito, de su visión de entonces, pero Correo sentimental, respuesta a Enide forma parte de Movimientos sin éxito -y en la novela se hace explícita referencia a este título- no de Una educación sentimental. A parte la pequeña anécdota -rectificada después de unos primeros lapsus en posteriores entrevistas- que en nada cambia absolutamente nada, también, y por dos veces, en su Crónica sentimental de España Montalbán menciona el mito de Erec y Enide, en una de las cuales dice: "El amor, que nada entiende de razas ni colores, pasó a ocupar un lugar relevante en la temática popular. La cosa venía de antiguo, porque uno de los temas más apurados por la literatura popular ha sido el amoroso, desde los tiempos del Erec y Enide, de Chrétien de Troyes. El romanticismo había llevado a peligrosas desviaciones del tema; desviaciones que iban hacia la frustración, la tragedia final, la carrera de obstáculos corrida por amantes que se queman las alas en el fuego de imposibilidades fatales, individuales o sociales...."
       Han pasado más de treinta años desde que esto escribía y, necesariamente, la visión de Erec y Enide ha variado tal vez muy poco en lo que es sustancial. De hecho, diría que lo que ha hecho Montalbán ha sido ahondar en el espíritu de la leyenda para tratar de encontrar una lectura social, política, actual, más allá de la primera y evidente vital y/o amorosa, caballeresca.
       La novela se estructura en tres partes: se alternan unas con otras y se complementan al final, atando los cabos que dejan ir. Dos son monólogos de dos de los personajes -reflexión, repaso en el ocaso de la vida; la otra es una voz omnisciente, la cámara que sigue a la pareja de amantes en su carrera de obstáculos para salvar la vida, para encontrar razones para seguir queriéndose -quizá para seguir siendo solidarios, también-. Por una parte, un viejo catedrático de literatura, medievalista, un verdadero autista, un poco más mayor que MVM, hace balance de su vida el día que recibe el homenaje de la profesión, el día de la jubilación, en la isla de San Simón, en la Ría de Vigo, un lugar que reúne un rosario de horrores entre sus ruinas, horrores cauterizados ahora por efecto de la cultura: la isla se ha convertido en centro cultural. El segundo monólogo lo protagoniza la mujer del viejo profesor, una burguesita de muy buena familia de Barcelona, de expresión castellana, que ha pasado por la vida y la historia como la mujer de Julio Matasanz, pero que también mantiene la identidad y buena parte de la fortuna, aunque algo menguada, como miembro de los Mistral de Pamies, con casas en Pedralbes y el Maresme. Una pura sangre. La parte del narrador omnisciente es la dedicada a los modernos Erec y Enide, Pedro y Miryam, médico y enfermera, sobrino e hijo adoptivo él de Madrona Mistral de Pamies y Julio Matasanz, nuera ella porque no les queda otro remedio, más al catedrático que a su mujer, que trabajan en Centroamérica para Médicos Sin Fronteras.
       Con estos materiales Montalbán construye una novela política y vital o viceversa. Ignoro si también hubiera querido escribir una historia de amor pero lo dudo, porque MVM no tiene, prácticamente, historias de amor en su narrativa -grandes historias de amor en el sentido clásico, aunque no sabría definirlo muy bien-. Erec y Enide no es, a mi parecer, una historia de amor, ni siquiera la parte de Pedro y Myriam, sobre todo una road-movie, aventuras en el más estricto sentido, única conexión, tal vez, con el amor, porque quizá sea eso, el amor visto como una aventura y sin aventura una condena al fracaso y con aventura un incierto presente.
       En O César o nada el autor tomaba unos hechos históricos, pero que prácticamente ya son leyenda, para construir una fábula política del presente. Aquí sigue la misma línea. En la conferencia que ante sus colegas dicta Julio Matasanz, dice, como resumen de la misma: "Es casi inútil luchar por el amor día a día, aunque fingirlo sea la única remota posibilidad de que perdure el amor. Carlos García Gual ha escrito sobre el redescubrimiento de la sensibilidad en el siglo XII y a mí me interesa el uso que en el siglo XXI puede hacerse de ese descubrimiento..." La nueva sensibilidad para el siglo XXI la descubrirá y se la descubrirá, a Matasanz, su amante, Myrna Taylor, una colega británica con la cual ha mantenido un afaire de más de veinte años de encuentros congresuales más o menos esporádicos, en función siempre de la temperatura de la materia de Bretaña. Myrna le dice a Julio: "Estoy cansada de todo el montaje, de lo que sé, de lo que hago, de lo que enseño. No sirve para una puñetera mierda. Reproduce un saber no exteriorizable que nos sirve a los que nos metemos en la secta. Ni siquiera juzgamos lo literario para que intervenga en el mundo de hoy o para que lo explique. Somos arqueólogos y con un límite de satisfacciones que sólo tú o tres o cuatro como tú podéis superar. [...] Iré a ver a mis nietos, a Australia o Nueva Zelanda, he de aclararlo, o al Canadá y les explicaré no quién es Erec o Chrétien de Troyes o Defoe, sino Georges Bush o Putin o los encuentros de Davos o Porto Alegre o las amantes del príncipe Carlos o la triste vida sexual de su padre, el rey consorte, o por qué es importante contemplar el mundo desde las antípodas, sean las antípodas que sean. Tal vez me haga de una ONG, como tus hijos."
        El reto que asume Montalbán -y que consigue batir- es compaginar las dos opciones: la estética de Matasanz y la ética de Taylor, que en el fondo son la misma, porque no hay diferencias entre manière y matière; es el reto de leer en clave contemporánea la leyenda de Erec y Enide y darle una utilidad "individual y/o social", que ya comentaba MVM en su Crónica sentimental de España, porque "el mito creado por la literatura, las artes, los medios de comunicación es sobre todo un sistema de señales ensimismado que el receptor termina por cocrear, no mediante la interpretación, sino mediante la utilización sentimental, emocional o incluso ideológica" y porque nosotros necesitamos saber específico para leer apasionadamente Erec y Enide, pero los lectores contemporáneos, si los hubiera, de una versión de lectura convencional, harían su propia elección de significantes en función de cada sustrato personal, la información cultural incluida..."
        El estilo de Montalbán es perfectamente reconocible y está en función de una estrategia narrativa que ya se hacía evidente en novelas nada fáciles como El estrangulador, pero también El premio (de la serie Carvalho) y O César o nada; un estilo que se ha ido comprimiendo, puliendo, hecho de pequeñas píldoras, en relación a las novelas más... adornadas, que no barrocas, de mediados de los ochenta y de los primeros noventa. La narración de Erec y Enide es escueta, sucinta, ahorra descripciones; por momentos es telegráfica -quizá tan sólo en las obsesiones sexuales de unos y otros el autor pierde la contención y se recrea-, pero siempre es de una efectividad máxima: el texto, la forma, al servicio del fondo, pero sin perder de vista la estética. Y la ironía y el humor están presentes como elementos necesarios -para el escritor, para reconocerse a sí mismo en lo que escribe más que porque sean coherentes o imprescindibles en la novela- para salpimentar el plato.
        En cuanto a la reflexión vital que plantea Erec y Enide -dos vidas al final del camino; dos más que comienzan a vivir-morir, más una nueva todavía en puertas- es el personaje de Madrona Mistral de Pamies el que resulta clave, bien a través de su monólogo, obvia la afirmación, no el monólogo, bien a través de las referencias que hace en el suyo Julio Matasanz. De hecho, como sucede con Julio y Myrna, Madrona y Julio son voces complementarias, imposible una sin otra, imposible entender el final de la vida desde el egoísmo (Julio) como desde la generosidad (Madrona), posible esta, entre otras razones, por su capacidad económica.
       Erec y Enide es una novela muy completa, redonda, con texto y subtexto para analizar, por decir una pedantería propia de académicos de las cuales -a veces- se burla Montalbán. En un comentario de duelo de Far West como este, desenfundando lo más rápidamente posible, resulta difícil abrazar tantos y tantos perfiles como contiene Erec y Enide. Pero parafraseando a Julio Matasanz, que a su vez copia a un famoso crítico norteamericano, si la novela "más complicada puede resumirse en diez líneas" ésta también, y el comentario más exigente puede quedar en poco más que una "oración compuesta", que ni siquiera ha de ser brillante: "Erec y Enide es la adaptación en clave política -y vital- de una leyenda artúrica con que el autor quiere demostrar, entre otros convencimientos, el posible uso mestizo-popular de un texto medieval y, por tanto, en apariencia hermético y o elitista; una novela desesperanzada y esperanzadora al mismo tiempo; una novela de mujeres fuertes y sabias; una novela muy literaria para revalorizar la literatura y darle, y reconocerle, una capacidad de intervención en la realidad que nos circunda; una novela de compromiso."


Más sobre Erec y Enide:

1) Entrevista de Rosa Mora

2) Reseña de Vespito.net

3) Artículo de Tito Ros