M.V.M.

Creado el
23/3/02.


Más sobre Erec y Enide:

1) Entrevista de Rosa Mora

2) Artículo de Tito Ros

3) Reseña de Quim Aranda


Erec y Enide

Vespito.net

22 / 3 / 2002


    El escritor explica que quedó muy impresionado cuando en los años 60 el profesor Martín de Riquer habló del Erec y Enide de Chretien de Troyes en sus clases. Aquella novela medieval en la que Erec tiene que ganarse el amor de Enide a diario le llevaba a pensar inmediatamente en las películas de Antonioni sobre los problemas de pareja. Pertenecía a la primera promoción que se planteaba cuestiones como el socialismo y el sexo, el feminismo, la libertad dentro de la pareja y escribió un poema, Erec y Enide en Una educación sentimental (1963).
    Años después recuperó aquella obsesión, o quizá nunca la haya abandonado, y finalmente ahora ha acabado una novela ambientada en nuestros días, en la que un viejo profesor barcelonés pronuncia en la Isla de San Simón, en Vigo, su última lección magistral sobre el significado del Erec y Enide. Como siempre (Carvalho, Rosell, Millás), Vázquez Montalbán crea un personaje autobiográfico mayor que él, quizá para exorcizar el miedo a hacerse mayor y a convertirse en ese personaje. Aquí Julio Matasanz es un personaje lleno de sí, desencantado y escéptico ante todo lo que le sucede. Es un gato viejo, ha llegado a la cumbre bajo todos los aspectos, y sin embargo sigue sufriendo como un adolescente por la mujer a la que desea, Mirna. Más que ser antipático, como los periodistas ya han empezado a decir en sus reseñas del libro, merece a la vez admiración profesional y compasión humana por parte del lector.
    La narración en primera persona de las vivencias de Julio durante su estancia en San Simón se alternan con las de su esposa, Madrona Mistral de Pàmies, también en primera persona, y con las aventuras de Pedro y Myriam, más o menos hijo y nuera de Julio y Madrona, que las pasan canutas en Guatemala donde han estado como voluntarios de una ONG médica.
    Madrona, vive prácticamente separada de su marido, y mientras él es celebrado por todo lo alto en Galicia, ella está en Barcelona preparando las navidades del 2001, esperando la vuelta a casa de su emérito y quizá la de su Pedro. Pero además de los preparativos de las fiestas de Navidad, Madrona tiene que solucionar un problema muy personal, mientras una joven compañera de gimnasio le pide a gritos su atención para que la ayude a defenderse del marido. Madrona nos aparece al inicio como una pobre desgraciada, una pija buena persona, tal y como la ve su marido, y sin embargo éste es el personaje que más evoluciona a lo largo de la novela y que al final realmente sorprende y emociona. El escritor ha declarado que «Madrona es el personaje más positivo y ha crecido mucho respecto a la idea inicial».
    En la historia de Pedro y Myriam el narrador parece poner sus esfuerzos para crear el paralelo con Erec y Enide. Y sin embargo esto resulta lo lo más intrascendente de la novela. Las aventuras de Pedro y Myriam resultan en cambio convincentes como espejo de la situación en Centro América, donde militares, paramilitares y señoritos son virreyes de su parcela, y su palabra es la ley. Son páginas que hielan a nivel político, tanto como las ocupadas por Julio y Madrona sobrecogen a nivel humano.
    Lumbreras de la literatura nacional se han apresurado a decir que esta novela es literaria literaria, o literatura pura, se supone que contraponiéndola a otros libros de Vázquez Montalbán que aparentemente deben de ser literatura impura. Lo cierto es que el escritor demuestra una vez más saber jugar a su gusto con el lenguaje, saber explicar de forma redonda psicologías, estados de ánimo, miradas, peleas, situaciones. Salta como un atleta de un personaje a otro, de un registro a otro, lleva a los personajes y al lector con maestría. Sus temas de siempre están presentes, pero introduce otros nuevos, habla de los atentados en las Torres Gemelas de Nueva York, atraviesa en la novela el ensayo, muy interesante, de Julio sobre Erec y Enide, retransmite peleas guatemaltecas que asustarían al mismo Carvalho.
    En fin, una joya más que un libro.


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3) Reseña de Quim Aranda