Creado el 23/3/02.
Más sobre Erec y Enide:
1) Reseña de Vespito.net
2) Artículo de Tito Ros
3) Reseña de Quim Aranda
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«Habría que hacer un inventario del caos del mundo y darle respuesta»
ROSA MORA
EL PAÍS, 19 / 3 / 2002.
Ocho años después de El estrangulador, Manuel Vázquez
Montalbán (Barcelona, 1939) vuelve con una de esas novelas que dicen
que es 'literaria, literaria', de largo aliento. Erec y Enide
(Areté), título tomado de la primera novela artúrica de Chrétien de
Troyes, habla de la soledad y del amor en tiempo crepuscular. Julio
Matasanz, profesor emérito, recibe un homenaje al final de su
carrera. Madrona Mistral de Pamies, su esposa, de la alta sociedad
barcelonesa, aquejada de una grave enfermedad, también se enfrenta a
un fin de trayecto. Son vísperas de Navidad; él prepara la lectura
de su conferencia, y ella, las fiestas, con la ilusión de que
regresen Pedro y Myriam, sus ahijados, que trabajan con Médicos sin
Fronteras en un país centroamericano.
Julio y Madrona hablan en primera persona y cada uno traza un
agudo retrato del otro. Un narrador en tercera persona cuenta la
terrible aventura de Pedro y Myriam. La novela está atravesada por
el discurso de Matasanz sobre Erec y Enide, de los que dice que,
frente al maldistismo de otras tragedias artúricas, asumen el papel
de conductores de su propio destino, 'de lo que se trata no es de
reencontrar al amado, sino de conservarlo por el procedimiento de la
conquista cotidiana'.
Vázquez Montalbán traslada la historia de Erec y Enide a la
actualidad, reencarnando de alguna manera a los personajes míticos
en Pedro y Myriam. La aventura aún es posible. Y, como en otras
novelas suyas, vuelve a uno de sus temas preferidos: la oposición
entre cultura y vida.
—Julio es egoísta y resulta incluso
antipático.
—Es la tristeza del animal viejo al que se le
está acabando su proyecto bioprofesional. En su poco convencional
discurso, concluye que el amor se ha de construir día a día, aunque
en definitiva es una operación de autoengaño. Es el fracaso de un
depredador que ha tomado todo lo que tiene a su alcance. Se ha
dibujado como un personaje cultural y los otros no.
—Quizá por eso, página a página, crecen las figuras de
su mujer, Madrona, y de su amante, Mirna.
—También viven su soledad como en estado de sitio. Él
cree que es el único que sufre, pero ellas también, de manera más
real. Son más fuertes.
—Pese a que el libro destila tristeza, hay situaciones
de puro humor negro, como cuando Julio toma Viagra antes del
encuentro con su amante.
— Y no le hace efecto, porque un colega le entretiene,
luego Mirna quiere conversar... También me parece de humor negro
cuando Madrona lleva a su amiga Dora a una conferencia sobre la
España que va bien y ésta monta un escándalo con su triángulo
amoroso.
—Es terrorífico el panorama de barbarie que describe en
Centroamérica. —Cito un informe real sobre Guatemala en el que se
asegura que el 98% de las barbaridades son cometidas por los
paramilitares y los militares y el 2% por las guerrillas.
—La huida de Pedro y Myriam, acosados por unos y por
otros, parece increíble. —La he literaturizado siguiendo paso a paso las
aventuras que vivieron Erec y Enide en esa novela del siglo XII, los
malos son como los de la novela de Troyes: los tres ladrones que les
atacan, los dos paras que apalean a un sindicalista, el
obseso sexual que quiere violar a Myriam, el pequeño Rey Gabriel que
los salva...
—Julio Matasanz desprecia el trabajo de Pedro y Myriam.
Son 'aventuras normalizadas por una ONG, que es lo mismo que una
multinacional dentro de la lógica de la globalización', dice.
— El capitalismo necesita de las hambrunas... Rifkin, que
fue asesor de Clinton, planteó la posibilidad de un voluntariado a
sueldo del sistema. Ésta es la tentación tremenda. Las ONG, los
movimientos de ayuda, son muy complejos y difíciles de integrar,
pero no se puede minimizar su papel.
—Myriam sostiene que luchar contra el hambre, la miseria
y la injusticia es hoy la única manera de hacer la revolución.
— Marx y Engels hablaron en su día de lucha de clases
porque la había. Hoy habría que hacer un inventario del desorden, de
los déficits que sufre el mundo y darles una respuesta. El trabajo
que hacen estas organizaciones es un intento embrionario de dar
respuesta. Sí, creo que ésa puede ser una nueva forma de hacer la
revolución.
—¿Cómo se le ocurrió llevar el tema de Erec y Enide a la
actualidad? —Estudié Románicas con Martín de Riquer. Hablaba de la
materia artúrica con tanta brillantez y pasión que se me quedó
grabado para siempre. En este libro quería tratar sobre el tema de
la construcción del amor y también sobre qué puede quedar hoy de
épica, porque si los tiempos son malos para la lírica, para la
épica... Hace años, Pau Riba dijo que los únicos héroes posibles son
los del rock, y yo quería ver la posibilidad de dar testimonio de
gente que trata de ser héroe en esa clave épica.
—Su profesor Matasanz dice, con cierto resentimiento,
que Barral, Goytisolo o Castellet eran unos señoritos que siempre
podían volver a casa y que él no tenía ningún colchón donde caer.
¿Qué opina?
— [Se ríe] Los Goytisolo tenían una casa extraordinaria
en Torrentbó, en el Maresme, y cuando mi mujer y yo salimos de la
cárcel, José Agustín y su esposa nos tomaron bajo su protección. La
casa de Madrona recuerda un poco a la de los Goytisolo.
—Julio Matasanz cuenta en la novela que ha estado con
José María Aznar en La Moncloa. Y usted, ¿ha ido?
— No, debo de ser el único escritor que no ha sido
invitado, debe de ser por mis columnas de EL PAÍS. Cuando escribí
Un polaco en la corte del rey Juan Carlos, pedí hablar
con él, pero no me recibió. Ni siquiera me sirvió de nada haber
ganado el Premio Nacional.
—Matasanz también ha estado con el Rey, ¿y usted?
— Sí, es muy simpático. Me recomendó restaurantes pero me
pidió que no lo dijera porque luego empeoraban. Hace tiempo que no
lo veo... y no le he podido contar mi disgusto por las veleidades de
su hijo. Yo era decidido partidario de Isabel Sartorius.
—En estos ocho años ha publicado libros como O César
o nada o el carvalho El hombre de mi vida, pero
sólo ahora con Erec y Enide hablan de que es 'literatura de
verdad', ¿no le molesta? —Ya no me lo planteo, como me han dado el Premio
Nacional de las Letras por toda mi obra... y ahí están también los
carvalhos.
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