Creado el 29/1/1999.
Más sobre Y Dios entró en La Habana:
1) Entrevista con el escritor
2) Reseña de Jordi García
3) Reseña de Margarita Rivière
4) Reseña de J.J. Navarro Arisa
5) Reseña de Ana Salado
6) Artículos de MVM sobre Cuba
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Estado de la Revolución
MANUEL LEGUINECHE
El País, Babelia, 2 / 1 / 1999
Norman Mailer viajó a Kinshasa atraído por el combate de boxeo Foreman-Alí, Tom Wolfe se fue
a Cabo Cañaveral para descubrir a los astronautas, Gabriel García Márquez penetró en las entrañas del narcotráfico en Colombia, su país, Manuel Vázquez Montalbán, El polaco, se
trasladó a la corte de Fidel Castro para seguir de cerca, con la perplejidad del ateo, el último gran acontecimiento del siglo XX, el encuentro entre el Papa y el Anticristo.
    Vázquez Montalbán se fue a La Habana con todas sus antenas y facultades
puestas, las del reportero, el columnista (Partido Columnista), el poeta, el editorialista, el
cronista sentimental, el gourmet, el detective creador de Carvalho, el observador o el ideólogo poscomunistra beligerante. En este libro cabe todo y Vázquez Montalbán va de un lado para otro en la que fue su "revolución adoptiva" con el hilo conductor de la visita del Papa. Nos sometemos desde la primera línea al análasis tropical del autor porque el despliegue merece la pena. Nada de lo que ve, sea lúdico, social, cultural, político o económico le es ajeno, de modo que al llegar a la última página sabemos algo más de lo que se cuece en los fogones de la nueva y la vieja cocina cubana que de fachadas erosionadas y jineteras.
    Tenemos todos los elementos a la vista, el puzzle ordenado, lo que pasa y lo que a Manuel le pasa, sus curiosidades satisfechas o insatisfechas, el testimonio directo, el toque irónico y el apunte biográfico, la mutua atracción del Papa y Castro, asuntos de amor, filosofía, teosofía y santería, de ciencia y conciencia, de ortodoxia y heterodoxia, breves retratos de la revolución y la contra.
    Las entrevistas son de una alta calidad. No es un libro de tijera y recortes porque, como es su costumbre, Vázquez Montalbán se ha entregado en cuerpo, alma y estómago a la tarea. Leemos con sorpresa que los españoles se han llevado de Cuba unas diez mil negras. Teniendo en cuenta la fertilidad de la raza, en el año 2000 residirán en España unos ochenta mil negros. "Si el tren de paridera se mantiene, el destino de la Península Ibérica será negro, por lo cual no resulta aventurado vaticinar que, a finales del siglo XXIII, el Rey de España y el presidente del Gobierno serán negros". Vázquez Montalbán, que pudo haber nacido en La Habana (su padre vivió en Cuba en la calle de Jesús del Monte), quiere ver algo más allá de las corrosiones de La Habana "para descubrir la secreta armonía mal tratada pero enhiesta".
    Manuel reúne grano a grano el granero de su libro y recuerda el castro-guevarismo de su juventud, "mitómana y desarmada". Descubre el autor que Gramsci ha sustituido a Lenin, que el doble juego, la doble moral se advierte "a medida que bajas por el aparato", que el desencanto ha mordido en la intelligentsia, mejor dicho entre los intelectuales, muchos de ellos críticos pero no abandonistas, como "Floreal Borau". Las preguntas que hace el autor debieran servir de modelo en las facultades de información de las que salen muchos alumnos preguntado por "la valoración" que se puede hacer sobre esto o sobre lo otro.
    Las entrevistas componen la columna vertebral del libro. Ninguna de ellas tiene desperdicio. Me quedo con la de González, con la del cineasta Guevara, con la del cardenal Etchegaray, que le busca un taxi a Vázquez y le acompaña con su paraguas bajo la lluvia vaticana, con la de Gutiérrez Menoyo o la de Recarte, la de Navarro Valls, el portavoz vaticano, la del teólogo de la liberación brasileño Frei Betto ("el Papa creía que la derrota del comunismo iba a representar una sociedad mejor y los problemas se han complicado. Las iglesias están cada vez más vacías"), la de Solchaga, el inventor para algunos economistas de Castro de la "tecnología liquidacionista de la revolución". En la entrevista con Felipe González, Vázquez Montalbán obtiene una exclusiva mundial: resulta que la URRS invadió Afganistán poco menos que para salvar a Occidente del integrismo islámico. Se lo dijo Gromiko al ex presidente del Gobierno: "Estamos haciendo en Afganistán un trabajo sucio sin duda para nosotros, pero también para ustedes. Alguien tiene que taponar lo que se viene encima. Lo vamos a taponar nosotros".
    El autor ha aplicado el gran angular para elegir a sus interlocutoies, la frontera es el mascanosismo. La idea de Vázquez Montalbán es la de que respondan a unas cuantas preguntas esenciales: situar a Cuba en las nuevas condiciones de la globalización a partir de la expectativas creadas por la visita del Papa, cristianismo y marxismo, lo que va a ser la transición, palabra que Castro odia, o el diseño del futuro, la evolución de la revolución. El autor, con Carlos Lage, cachorro del castrismo, ante la teoría de la catástrofe, la cara optimista del régimen: "Sólo les pido que confíen en Cuba".
    Los militares cubanos en la gestión: el sentido del humor de Vázquez Montalbán brilla a la altura acostumbrada cuando intenta entrevistar al general Tomás Benítez, jefe de la Corporación Gaviota, una de las empresas clave del desarrollo turístico. "Un momento", responde el militar, asustadísimo. "Yo no estaba preparado para esto. A mí nadie me había dicho... Me debo a mis superiores, han de autorizarme. Me debo a la disciplina militar". El silencio no le valió de nada al compañero Benítez. Poco después fue destituido y trasladado a una empresa menor.
    El mejor Vázquez Montalbán, considerado como "un amigo pero crítico con la revolución o como un crítico pero amigo de la revolución", aflora al analizar el lenguaje de la pobreza, la intrahistoria de las dificultades cotidianas, el concepto del resolver, por ejemplo. "Estoy resolviendo", me estoy buscando la vida. Los eufemismos, los pobres son grupos vulnerables, los indigentes son ambulantes, el perro sin tripa, el perro caliente sin salchicha, el picadillo texturizado, la extensión cárnica, el producto sazonador. Gastronomía de resistencia y teología. La Habana bien ha merecido una misa. Para los simpatizantes del régimen, la condena del Bloqueo norteamericano por parte del Papa, la crítica del neoliberalismo capitalista, la proyección de Cuba en el escenario internacional fueron los aspectos positivos de la visita de Juan Pablo II, pronto hará un año. Entre los negativos apuntaron la indiferencia frente a las conquistas sociales de la revolución, el discurso contrarrevolucionario del obispo de Santiago, que horrorizó al autor del libro, la exclusión de las religiones afrocubanas. La Navidad es de nuevo día festivo en Cuba. Y Dios entró en La Habana y el ex alumno de los jesuitas, Fidel Castro, se acerca un poco más al cielo que su amigo el Papa polaco le prometió si se portaba bien.
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