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Los resortes del poderSANTOS SANZ VILLANUEVAEL MUNDO, La Esfera, 20 / 6 / 1998.
    Esta óptica se completa con una provocadora propuesta: en este fin de siglo audiovisual resulta inexcusable admitir un mestizaje de lo narrativo con "códigos e imaginerías" no literarios. Parece razonable pensar que si la novela evita su muerte en el próximo milenio lo hará por esa vía mestiza, pero, sea cual sea el valor de esta hipótesis, hay en ella materia para un debate amplio y necesario. Sin embargo, la atonía crepuscular de nuestra sociedad no entra al trapo de propuestas como éstas que repiensan críticamente la función del arte.     De una vertiente especial del problema del poder se ocupa Montalbán en O César o nada. Bajo la capa de la ficción, desvela de qué mecanismos se sirven los poderosos para conservar el orden establecido. Nos hallamos ante una novela histórica muy peculiar que nos asegura de antemano muchas recompensas por el solo hecho de desarrollarse en un escenario fascinante, la Europa turbulenta del protestantismo, la Contrarreforma y el nacimiento del Estado moderno. La anécdota sigue los pasos de la familia valenciana de los Borgia y abarca el largo trecho del siglo XVI que discurre entre el pontificado de Alejandro VI y el nombramiento de su bisnieto Francisco de Borja como general de los jesuitas. En ella se encadenan episodios de lujuria, pasión, intrigas eclesiásticas y políticas, torturas o guerras protagonizados por figuras sobradamente famosas: César Borja, cuyo lema vital figura en el título del libro, Maquiavelo, Savonarola, Miguel Ángel, el Gran Capitán, Carlos V o Felipe II.     Una vigorosa imaginación para sentir y recrear una época crucial proporciona un retrato plástico y vibrante de cómo se produjo un cambio histórico capital. Pero ni el elemento aventurero ni la crónica escandalosa de papas simoníacos y príncipes desalmados interesan por sí mismos a nuestro autor. Basado éste en la creencia clásica según la cual la historia es magister vitae, traza un cuadro del pasado con obvias e intencionadas repercusiones actuales. En esa estampa se reflejan los resortes del poder para controlar al individuo: la alianza de intereses de clase, políticos, religiosos e ideológicos. Los estados nacionales desplazan al viejo sistema feudal, pero nada cambia para los sujetos anónimos de la historia.     Este sentido aleccionador preside la novela y cada detalle conduce a ese fin ejemplar, desde los hechos hasta los frecuentes comentarios y discusiones de los personajes. El mismo propósito persigue la lengua, tan actual que se utiliza la expresión "políticamente correcto". Este descarado anacronismo obtiene el resultado de devolver al lector a una necesaria perspectiva crítica, evitando que caiga en la envolvente atmósfera de los sucesos. A su manera, es algo semejante a los efectos de distanciamiento del teatro épico de Bertolt Brecht y revela un valioso y original recurso que patentiza la voluntad renovadora de Vázquez Montalbán.     O César o nada se presta a una doble lectura. La más superficial hallará en ella un relato, muy movido y sin apenas descripciones, que denuncia los horrores de la historia y el carácter amoral e ilegítimo de todo poder, religioso o político. La otra lectura, en busca de un sentido cabal, requiere atender a una múltiple dimensión ensayística, cultural y moral. Sus páginas se explayan en cuestiones tan importantes como el cinismo que rige los cambios aparentes en el poder; la alianza de razón y fuerza para vencer al destino; el ideal de comportamiento basado en la suma de voluntad, acción, audacia y tenacidad, y, en un lugar prominente, la violencia, necesaria para construir la sociedad y patrimonio del poder.     Estos motivos se articulan en una implacable alegoría de la terrible realidad contemporánea. La mirada inquisitiva del escritor utiliza el espejo renacentista para convertir O César o nada en un medio de conocimiento lúcido y revulsivo de toda realidad social. Pero no creamos que este alegato surge de una gran confianza en la fuerza del artista. Al revés, el escepticismo irónico y fatalista del autor le hace decir que, en el futuro, los sabios sólo sobrevivirán si parecen tontos. Poco más que lamerse las heridas puede hacer el intelectual en un mundo construido sobre el dinero, el sexo y la violencia. Sin embargo, una novela amena, culta, responsable y renovadora como ésta demuestra que la literatura todavía tiene una función importante. Más sobre O César o nada: |