M.V.M.

Creado el
18/2/2002.


* El libro incluye ensayos de Ángel Abad, César Alonso de los Ríos, Jordi Borja, Martí Capdevila, Francesc de Carreras, Eduardo G. Rico, Roman Gubern, Isidre Molas y Manuel Vázquez Montalbán (Experimentalismo, vanguardia y neocapitalismo), que es además prologuista.


Prólogo por Manuel Vázquez Montalbán a

Reflexiones ante el Neocapitalismo

de varios autores*, Ediciones de Cultura Popular, Barcelona, 1968


I

    La "libertad de expresión" es una fórmula, precisamente de expresión, muy cuestionada y cuestionable. Como notificación de la Libertad Civil de la burguesía ha recorrido un azaroso camino desde la doncellez a la prostitución, elegante o no. Como licencia técnica no ha sido menos azarosa la fijación de su significado. Según la preceptiva literaria la única posibilidad de expresión con licencias es la poesía: la victoria del verso libre parece ir por ahí. La novela en cambio siempre ha sido esclava de una u otra normativa. No digamos ya del teatro.
    Genéricamente parece ser el ensayo la unidad literaria llamada a dar testimonio de libertad. Desde los ensayos de Montaigne a los de Borges hay una larga historia de libertad de tratamiento formal del ensayo. Es oportuno tener este factor en cuenta a la hora de valorar esta reunión de ensayos que hemos intentado estructurar sobre una mínima exigencia común: el neocapitalismo y algunos de sus aspectos, aplicados a España o simplemente juzgados a través del prisma de ciudadanos de España.
    Partir de esta estructura ha convertido la gestión de este libro en un test sobre la joven intelectualidad española. Cada trabajo demuestra ya de por sí un distinto talante y los autores han formalizado su colaboración según las características de sus dedicaciones más habituales: se nota el pulso del sociólogo, el del periodista, el del publicista-didáctico, etc. No cometeré la ingenuidad de ignorar que habrá críticas no sólo contra las peculiares y no unitarias formalizaciones aquí comprendidas, sino incluso contra la justificación misma de este libro y sobre su anárquica "libertad de expresión". Este libro ha brindado la posibilidad de practicar la gimnasia mental del ensayo sin más fijeza anterior que la de una motivación mínima. A cierto nivel demuestra una actitud ética frente al neocapitalismo, distanciamiento al que no nos acostumbra nuestra convivencia total y mucho menos nuestra práctica laboral intelectual. A otro nivel demuestra un grado de conciencia y de forcejeo intelectual. No diré que este grado sea óptimo, pero tampoco diré lo contrario. Siempre he sospechado que dábamos por sobreentendidas cosas que no entendíamos y que habían ingresado en nuestra sabiduría convencional, palabras que no servían para nada. El riesgo de la comunicación escrita reporta beneficios, ante todo, para el escritor y los beneficios formativos de un escritor a la larga repercuten sobre la sociedad. Al menos así se dice.

II

    La organización de este libro me ha puesto en contacto con numerosos jóvenes intelectuales españoles. Sus reacciones y sus disposiciones han sido sumamente interesantes. Yo tenía una experiencia de solicitante de colaboraciones durante mi gestión en la revista Siglo 20. En dos años de no practicar he notado cambios muy serios en la disposición ética de la joven intelectualidad. Informaré sobre alguna tipología prospectada:

  1. Los que no han querido colaborar si colaboraba X. El defecto de X ha sido publicar demasiado.
  2. Los que han querido colaborar a toda costa y luego no lo han hecho, bien por desidia, bien por condicionamientos de pluriempleo.
  3. Los que no han querido colaborar porque no querían arriesgarse en un momento de confusionismo evidente.
  4. Los que consideran que cualquier ejercicio intelectual individualista es pecado y que esta energía debe gastarse en masa en ejercicios gimnásticos colectivos.
  5. Los científicos, enemigos de toda formalización expresiva que no empiece en Adán y Eva y termine en la demostración irrefutable del tránsito de la cantidad a la cualidad, aplicado tanto a la ebullición del agua como al materialismo histórico.

    Con matizaciones diversas, la lista crecería y comprendería un amplio estrato intelectual. No es que pretenda que ese estrato se divida en buenos y malos, buenos los que han colaborado y malos los que no.

III

    Siempre que he brindado un modelo para este libro, me he remitido al de las compilaciones anglosajonas de ensayos sobre un mismo tema o sobre distintos aspectos de un mismo tema. En la actualidad la cultura anglosajona es maestra en el género del ensayo y es indudable que Adorno se basa en sus hallazgos expresivos para formular su criterio sobre el ensayo como forma, a su vez primer ensayo de Notas sobre Literatura. La cultura liberal española ha aportado excelentes ensayistas: Ortega, D'Ors, Madariaga, Marañón... Unamuno es un caso aparte. Sin embargo parece como si la vitalidad del género estuviera ligada a la vitalidad de una corriente ideológica en franca decadencia. Y no es así. En España los problemas siguen siendo mayoritariamente cuantitativos. Hay pocos ensayos al servicio del nuevo orden cultural y por ello no hay formalizaciones modélicas. No es que ese nuevo orden cultural esté mejor servido por otros géneros literarios, pero esto ya es otra cuestión.
    Ha habido intentos ensayísticos a través de libros unitarios, pero tanto en estos casos como en el de los intelectuales de vanguardia dedicados al periodismo, creo que entre sus propósitos y sus resultados no ha mediado una seria investigación sobre la formalización. Así hay libros unitarios que son en realidad ensayos alargados, otros que son distintos ensayos metidos en la horma de la unidad y en otro orden de cosas hay artículos periodísticos que son ensayos frustrados y reportajes que hubieran sido excelentes poemas narrativos o incluso cuentos cortos admirables. Creo, en suma, que empiezan a notarse los efectos de esa cultura avanzada de urgencia que entre todos quisimos montar. Como parecía cierto el premio gordo en la lotería, no hubo reparo en echar la casa por la ventana. Esto nos cuesta un amplio período de reconstrución y reflexión no tanto de un criterio de producción cultural, como de un criterio de comportamiento personal y colectivo.
    Los ensayos que aparecen en este libro no son resultado de formalizaciones rigurosamente conscientes. Pero pueden ser la base de partida para otras experiencias similares más perfectas. No sólo por esto ya es un libro interesante. Es interesante porque sus autores son responsables de una calidad que no hay que regatearles.

IV

    La motivación motriz ha sido captada a partir de distintas facies: el consumismo, la tecnocracia, la cultura de la imagen, experimentalismo y neocapitalismo, el chantaje universal del miedo atómico, el sexo, la expresión política del neocapitalismo. De una u otra manera España, su realidad nacional, ha condicionado en gran manera estos distintos ensayos. Algunos colaboradores han adaptado el problema, como el chocolate, a la española. Otros han venido a parar al caso de España tras un viaje universalista. En la colaboración "El equilibrio del terror" era imposible prescindir de un planteamiento universalista, porque estas cuestiones se plantean más allá de toda clase de fronteras.
    De las páginas que siguen se desprende una crítica rigurosa y técnica del neocapitalismo. En alguna de ellas se pretende buscar el límite justo entre algunas prácticas de dominio rigurosamente neocapitalistas y otras que no lo son. La oposición entre partido político y grupo de presión, por ejemplo, ha sido una de las más mediatizadas por la estrategia general del neocapitalismo. Hasta tal punto que hoy en Europa, y en Occidente en general, es muy difícil hallar una frontera de comportamientos entre el partido político y el grupo de presión y, por ejemplo, el problema de la izquierda es que su eficacia sólo se comprueba a nivel de presión sindical; su táctica parlamentaria corresponde a una estrategia más amplia de máximo punto de tensión dentro de unas reglas del juego establecidas con el capitalismo.
    En los capítulos destinados a una cierta crítica de la cultura (la cultura de la imagen y experimentalismo, vanguardia y neocapitalismo) creo que en definitiva se intenta dar al neocapitalismo lo que es del neocapitalismo y al progreso cultural lo que es del progreso cultural.
    Los restantes artículos cumplen funciones fundamentales de contexto: el consumismo es una moral de masas, y es una moral que conviene a los propósitos neocapitalistas; el sexo es el gran pero fracasado sucedáneo de la épica, también es una criatura hasta cierto punto artificial, en su engorde por el pienso neocapitalista; el equilibrio del terror es la madre del cordero, en él descansa la coexistencia pacífica y de él parte la evolución neocapitalista y la evolución de ciertas formas de socialismo coexistente; el estudio sobre el pensamiento tecnológico es al mismo tiempo la denuncia de un tercer humanismo que implica realmente la "muerte del hombre", en expresión de Foucault, y la apología del sistema. Sin que estos temas totalicen, ni agoten, la problemática neo-capitalista, constituyen la única aproximación realizada con instrumental de fabricación nacional.
    Finalmente sólo me queda justificar mi pretensión de prologuista por el hecho de haber sido el promotor de este escaparate de opiniones nerviosas que se dirigen contra la inercia de pensamiento, palabra, obra y omisión que suministra jugos fetales a nuestra inteligencia madre. A ella pido perdón por nuestros errores y comprensión para el empeño de ensayar.


* El libro incluye ensayos de Ángel Abad, César Alonso de los Ríos, Jordi Borja, Martí Capdevila, Francesc de Carreras, Eduardo G. Rico, Roman Gubern, Isidre Molas y Manuel Vázquez Montalbán (Experimentalismo, vanguardia y neocapitalismo), que es además prologuista.