Creado el 13/10/2001.
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Epílogo por Gerardo Iglesias a
Asesinato en el Comité Central
Epílogo conmemorativo del 25º aniversario de Carvalho, Edición de enero de 1997, Planeta. Escrito fechado en diciembre de 1996.
Me complace unirme a la celebración del vigésimo quinto cumpleaños de Pepe Carvalho. Ello por más de una razón. La primera, no voy a ocultarlo, por la admiración y el respeto que profeso, como escritor y como persona, a Manolo Vázquez Montalbán, creador del personaje. Pero también como reconocimiento explícito a ese detective que es ya de carne y hueso y que hace las delicias de los lectores, y que ocupa un lugar, todavía en su primera juventud, junto a los personajes mas destacados de la literatura española.
Mi modesta aportación al homenaje quiere circunscribirse a la novela Asesinato en el Comité Central, con algunos comentarios que tal vez se deslicen más hacia lo político que hacia lo literario. Aquí mi afinidad con Carvalho es mayor. Ambos reunimos la condición de ex comunistas (no renegados, quede claro), y, por ello, la comunicación entre protagonista y lector es plena. Es así que el personaje me resulta genial desde que se levanta el telón, esto es, desde que los dirigentes comunistas, afligidos por el asesinato de su secretario general, le solicitan hacerse cargo de la investigación privada. Carvalho les espeta a la primera: «¿Qué quieren? ¿que descubra al asesino o que les ayude a tapar el asesinato?».
Seguramente que esta novela tiene una singular lectura para quienes tenemos un conocimiento directo de la peripecia del Partido Comunista en esa época y dominamos su lenguaje y su cultura. Lo que a mí me ocurre al releerla, o más bien el leerla después de haberla hojeado en el pasado es que, además de cautivarme su narrativa fresca, ingeniosa y profunda, como todo lo de Vázquez Montalbán, revive en mí una experiencia personal que me impresiona por la lucidez con la que está plasmada, a pesar de tratarse de una novela de aventuras. Dicho de otro modo, lo que para el lector en general puede ser una novela de aventuras con todos los ingredientes apasionantes cocinados en la privilegiada cabeza de Vázquez Montalbán, para otros que como yo han estado directamente comprometidos con la realidad en la que se inspira la novela es, además, una radiografía interesante del momento político y una plasmación genial de las entrañas del PCE, de su cultura y sus contradicciones.
En la novela aparece un Partido Comunista completamente en cueros, con sus dosis de resistencialismo, con un concepto de la disciplina militante que ya no tenía cabida en los años 80, con un abierto choque entre las generaciones nuevas y las veteranas. Unos camaradas veteranos que tienen una idea trascendente de los actos más insignificantes del Partido, y un Partido con más triunfalismo que visión política para medir sus posibilidades de influencia con un abultado culto a la personalidad del secretario general.
Propio de un pensador comprometido, coherente y consecuente como es Montalbán, la novela tenía un claro y crudo mensaje político: el estorbo que suponía Santiago Carrillo para la evolución del PCE. Montalbán publicaba en forma de novela de aventuras lo que muchos militantes comunistas pensaban en silencio para no ser víctimas de la excomunión. Y así fue entendido en la dirección del PCE. La novela cayó como una auténtica bomba. Hasta el punto de que recuerdo que en el Comité Central sólo se hablaba de ella entre susurros. Si se hablaba de ella era para preguntar al oído: «¿Te has enterado de la cochinada de Manolo?» Por toda respuesta, una mirada hosca, como si se tratara de un secreto de Estado. He confesado hace un instante que es ahora cuando leo la novela por primera vez, pues en los primeros momentos de su publicación sólo la había hojeado. Y es que para un carrilista declarado como lo era yo entonces, leer la novela era como implicarse en una conspiración contra el Secretario General.
Manolo Vázquez Montalbán es pues un escritor genial capaz de crear personajes de la altura y la garra de Pepe Carvalho, un pensador comprometido socialmente capaz de mojarse hasta el cuello, como lo demuestra una vez más en Asesinato en el Comité Central. Para él toda mi admiración, una vez más.
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