M.V.M.

Creado el
5/12/97.


Más sobre Galíndez:

1) Artículo de Vázquez Montalbán

2) Otro artículo de Vázquez Montalbán

3) Crítica de Eduardo Haro Tecglen

4) Crítica de Miguel García-Posada


Investigación

J. J. NAVARRO ARISA

EL PAÍS, 15 / 4 / 1990.


La memoria y el presente, las éticas y los códigos de distintas generaciones, las ambigüedades de las relaciones entre los individuos y el poder y el papel de los servicios secretos como agentes de la historia son las coordenadas por las que transcurre Galíndez, la última novela de Manuel Vázquez Montalbán, publicada recientemente por Seix Barral.

Lo primero que advierte Vázquez Montalbán al hablar del libro y de la investigación que ha realizado para recoger sus materiales narrativos es: "No he querido hacer una novela biográfica, sino que el personaje de Galíndez quedara como un elemento instigador de fondo. He tratado de buscar lo que llamaría el efecto Zelig, como en la película de Woody Allen, es decir, alcanzar un nivel en el que lo real pueda parecer ficción y la ficción pueda parecer real".

La trama principal del libro es la reconstrucción parcialmente factual y parcialmente ficticia, de la peripecia humana e histórica de Jesús de Galíndez Suárez, militante del Partido Nacionalista Vasco (PNV). Para ello, Vázquez Montalbán ha recurrido, más que a la narración directa, a una serie de máscaras de su punto de vista. "La recreación de Galíndez", explica, "se hace a través de la narración de una investigadora norteamericana que realiza un trabajo sobre la ética de la resistencia y que adopta poco a poco una relación paterno-filial con la figura de Galíndez, en la que juega el hecho de que éste es un exiliado, virtualmente el arquetipo del exiliado romántico".

Al margen de la peripecia histórica y humana de su protagonista, Manuel Vázquez Montalbán distingue tres niveles narrativos en Galíndez. Uno es el punto de vista de la investigadora-narradora, Muriel, "una norteamericana liberal y con complejo de culpa por pertenecer al imperio, que busca su propia identidad", explica el autor. "Otro nivel es el de la historia de Galíndez, en donde el tiempo narrativo planea constantemente entre dos momentos y lugares, mayo de 1956, cuando Galíndez despierta en la República Dominicana tras su secuestro en Nueva York, y la España de los años ochenta, donde la investigadora busca pistas sobre el pasado del político vasco", dice Vázquez, quien añade que "en la historia hay un tercer plano, el de los poderes ocultos que acaban con Galíndez".

Impunidad
Desde este punto de vista, Vázquez Montalbán opina que la novela es también "una meditación sobre la impunidad del poder, de lo fácil que es ejercer esa impunidad. Una reflexión acerca de hasta qué punto los servicios secretos y los poderes ocultos son agentes históricos".
La última novela de Vázquez Montalbán contiene tránsitos del pasado al presente y diferencias de punto de vista, al igual que su anterior, El pianista. Pero Galíndez es, al decir de su autor, "una novela bastante más esperanzada que El pianista, porque si hay en ella una posible tesis, es que cada generación hace frente a sus desafíos y que aún queda una raza de inocentes dispuestos a asumir riesgos éticos".
Desde un punto de vista estilístico, Vázquez Montalbán explica que la novela "es un collage escrito a distintos niveles, desde el monólogo introspectivo hasta el documento histórico inserto en la narración, en un continuo salto del docudrama a la ficción. Por ejemplo, las partes en que la narradora habla de Galíndez están escritas en segunda persona, como una carta, y las partes que se refieren a los poderes ocultos, que van acercándose a ella y que representan el contexto político de la historia, están escritas en tercera persona".

Para el autor, el Galíndez histórico "era un personaje barojiano, un revisionista del peneuvismo sabinista que reprochaba al PNV el haber abandonado la cuestión social a la izquierda y que renegaba del racismo del PNV con argumentos que ofendían profundamente a los nacionalistas vascos, como cuando decía que el exilio les había ido bien, porque les había obligado a salir del caserío". Por su abierta oposición y agitación contra la dictadura de Trujillo, Galíndez era un estorbo para el dictador dominicano, pero, como cuenta Vázquez Montalbán, "el caso Galíndez inició la dinámica que llevaría al derrocamiento de Trujillo. Para borrar el rastro del secuestro y asesinato, Trujillo hizo matar a unas 10 personas que habían participado en ellos. Trujillo tenía excelentes conexiones norteamericanas y no las perdió al hacer matar a Galíndez, sino cuando hizo asesinar al piloto que le secuestró, que era norteamericano. De otro lado, el militar que dio el golpe de Estado contra él fue Antonio de la Mazza, hermano de uno de los oficiales que había hecho desaparecer por su conocimiento del caso Galíndez".

Rutas
Para investigar la compleja trama de Galíndez, Vázquez Montalbán ha visitado todos los escenarios vitales de su protagonista. "He seguido toda la ruta de Galíndez, desde Madrid hasta Amurrio, en el País Vasco, y luego la ruta del exilio: Burdeos, Santo Domingo, Nueva York y Santo Domingo otra vez". Durante el seguimiento de su personaje, el autor dice haber tenido "experiencias bastante fascinantes, como un encuentro en Santo Domingo con un hombre que de joven había sido izquierdista y ayudante de Galíndez y que luego fue de los que contribuyeron a denigrarle. Nunca había dicho nada y aquel día habló por vez primera del caso, pero mientras lo hacía sufrió un ataque de apoplejia. Algunos dijeron que había sido la venganza de Galíndez, pero otros opinaron que era la de Trujillo".

Más sobre Galíndez:

1) Artículo de Vázquez Montalbán

2) Otro artículo de Vázquez Montalbán

3) Crítica de Eduardo Haro Tecglen

4) Crítica de Miguel García-Posada