Pero hay algo que tensa aún
más las cuerdas del verdugo. El nuestro no es un festival de minorías,
no busca torres de marfil ni castillos de cristal adornados con una cereza
en las almenas.
Nuestra vocación callejera, nuestra idea de integrar los espacios minoritarios de la cultura en un gran colectivo de contagio, resulta ofensiva para los puristas y reaccionarios. Mientras ha resultado un éxito en términos del gran público y de los periodistas y autores presentes en el festival, molesta a los menos que las mesas redondas salgan a la calle, que el debate se roce con la feria, que el concierto magno tropiece con la feria del libro, que el teatro conviva con el bar y la venta de nuestro diario con la churrería. Molesta el interclasismo, la vocación de pobres, el tercermundimo asumido, la voz áspera del antiracismo y la trompeta de mariachi; molesta al pueblerino la vocación de desplegar Asturias hacia lo universal. Coño, molesta lo que nos gusta. Molesta el desparpajo, la innovación de la mezcla de lo cultural duro con lo popular cultural, de la cultura de calle, del festival integral. Molesta que aquí se discuta en serio en ambiente de fiesta, molesta que se vendan libros en medio de la romería, molesta que los contagios operen sistemáticamente deteniendo al paseante, que avanza nieto en mano hacia los caballitos, en la mesa redonda, y que el escritor pase de la entrevista en público a la terraza del bar. Molesta a los menos, a muy pocos, podríamos decir. Pues bien, 8 ediciones ya... Que corra la sangre por las venas. Que les moleste bien. Paco Ignacio Taibo II
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