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Una literatura sin escritoresMANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁNEl País, Cataluña, 30 / 5 / 2000Los profesores de Universidad se quejan de que los alumnos que les llegan del bachillerato padecen amnesia histórica y para orientarles los saberes hay que desmontar algunas inexactitudes de espacio y tiempo. Por ejemplo suelen desconocer la capital de Hungría o de Turquía e incluso a veces dudan de la ubicación exacta de Extremadura ¿No será Extremadura una abstracción? Los teóricos de la cultura lamentan que ya no se lea como antes, desde el supuesto de que hubo una edad de oro en la que colgaban los libros de los árboles y los paseantes los cogían como frutas del bien y del mal, leían hasta entrada la noche y en invierno viajaban hacia el sur. Es mentira. Hasta hace pocas décadas la mayoría social era analfabeta y desconocía el libro. Durante mi enseñanza general básica y bachillerato no se nos estimuló jamás oficialmente a leer libro alguno que no fueran los de texto y según los puntos de partida socioculturales leíamos lo que leíamos según pautas heredadas o ambientales, nunca escolares. Los planes de educación de la democracia introdujeron el comentario de textos, lo que implicaba leer textos, no sólo aprehender memorísticamente la lista de reyes godos de la Literatura, sino comprobarlos mediante sus obras, y han leído más los escolares españoles y catalanes en estos últimos 25 años que los escolares precedentes dúrante un siglo. Que hayan leído forzados es otra cosa, soliviantados porque leer libros de literatura probablemente no sirva para nada y en cambio les distrae de la dedicación a ciencias más exactas, lúgubre o presuntamente lucrativas, y les impide ver los No-Do del pujolismo. Pero han leído y en algunos de estos escolares se han desarrollado milagrosos hábitos de lectura competitivos con la tendencia a la pasividad dialéctica del receptor de mensajes exclusivamente audiovisuales. Al cerebro ágrafo al que se le ocurrió que desaparecieran la Historia de la Literatura y la interpretación de textos concretos, sólo se le pueden suponer galones de estratega cultural tan galáctico que no es de este mundo o un estado de majadería transitoria agravado en lo que concierne a la cultura literaria catalana y a la mismísima reivindicación nacional catalana, sin perder de vista que pueda tratarse de un infiltrado de los servicios secretos del nacionalaznarismo. Cuando la reivindicación nacional catalana descansa muy fundamentalmente en la lengua como seña de identidad, acuñar una lengua sin escritores es como inculcar el fútbol sin futbolistas, con Van Gaal pero sin Figo. Y es que algo de Van Gaal han tenido los comisarios político-culturales responsables de esta fechoría, rasgos fácilmente detectables en la apreciación del cubicaje de la cabeza paralepípeda. Los argumentos de que tal decisión fue tomada ante las quejas de los padres por el aprendizaje de cosas inservibles me llevan a la consideración de que muchos padres necesitan clases urgentes de educación permanente, o al menos que la autoridad cultural deje de comportarse según la demanda del mercado y practique la pedagogía elemental de sembrar la duda de por qué es más útil saber el nombre de los presidentes de la Generalitat o de los reyes godos del PP que el de los escritores que desde la contemporaneidad ejemplarizan literariamente el uso de la lengua. Memoria histórica para las dos o tres promociones renaixentistes que se suceden hasta la guerra civil, pero memoria corresponsable con los que en los últimos 30 o 40 años han tratado de literaturizar la relación dialéctica entre vida e historia. Memoria corresponsable para escritores tan inmediatos como desaparecidos, llámense Ferrater, Capmany, Montserrat Roig, Jaume Fuster, María Merce Mayal, entre otros, que merecen ser patrimoniales y vivificados al margen del noticierismo de las presentaciones o del "¿qué nueva obra tiene usted entre manos?". Si hago énfasis en los escritores en lengua catalana es porque me parece más flagrante el desconcierto entre lo que se dice y lo que se hace desde una Administración catalanista. En cuanto a los escritores en lengua castellana que vivimos y trabajamos en Cataluña, jóvenes y bachilleres, leednos, por favor, digan lo que digan los padres y los politólogos culturales de la Generalitat. Somos muy buenos literariamente y civilmente hacemos lo que podemos. Ninguno de nosotros es del Real Madrid, somos partidarios de la libertad sexual y nada se nos escapa en cuanto a modernidad. Navegamos por Internet, quien más quien menos ha puesto una ONG en su vida y estamos contra la ONG globalmente hegemónica: Empresarios sin Fronteras. ¡Joven y jóvena! Piérdete una inauguración de Pujol retransmitida por TV-3 y lee poemas de Margarit o novelas de Marsé. A título de ejemplo. |