M.V.M.

Creado el
22/8/2001.



Erotismo y sarcasmo,
prólogo por Manuel Vázquez Montalbán a

La lanzadora de cuchillos


y otros relatos eróticos

de José Luis Muñoz, editado por Icaria, Barcelona, 1989


    La obra narrativa de José Luis Muñoz hasta ahora publicada indica una clara apuesta hacia la llamada literatura de género. Conocido novelista "policíaco", autor también de una novela "gastronómica", ahora ensaya el relato erótico en La lanzadora de cuchillos. El porqué de la insistente dedicación de los jóvenes escritores hacia la "novela de género" habría que buscarlo en la desconfianza de la novela pluridimensional, desconfianza que para algunos vendría del escepticismo hacia las posibilidades de la novela pura y para otros de la impotencia del narrador moderno para llevar más allá el género. No es sitio, ni tiempo, para que yo exprese mi progresiva desconfianza hacia la "literatura de género", desconfianza que nace de su contrario: la confianza. Creo que ha sido necesario sumergirse en los géneros para recuperar una cierta convencionalidad narrativa rota por la llamada novela experimental hegemónica durante la década que va de 1965 a 1975, al menos dentro de la sociedad literaria española. Pero una vez recuperada la orientación, el destino de la llamada novela de género es dejar de serlo y admitir la comparación con cualquier novela que no lo sea.

    No es el lugar para esta enconada disquisición, porque ahora se trata de glosar unos relatos acogidos a una tendencia literaria en auge, el erotismo, tendencia lúcida donde las haya que los autores suelen abordar de dos modos fundamentales. Unos se inclinan a integrar la materia erótica dentro de un discurso literario totalizador. Otros la exteriorizan claramente, la hiperbolizan y aun la convierten en sarcasmo, como si al escepticismo sobre la función del relatar, añadieran el escepticismo hacia la función de erotizar. Dentro de esta segunda tendencia se incluirían los relatos de Muñoz, donde lo erótico es fundamentalmente sarcasmo y crítica de su propia superficialidad (véanse los relatos El postre de Venus, El extraño amor de verano o El acto empírico). En otros relatos predomina la situación pendiente del efectismo del factor sorpresa, como en el que da título al libro La lanzadora de cuchillos. Muñoz pasa de relatos intrínsecamente imaginativos a relatos pendientes de ese efecto sorpresa que consigue con la maestría que sin duda le han dado sus novelas policíacas. Siempre se percibe una adaptación de la escritura global a los materiales que manipula y en aras de esta comprobación invito que se compare la superficialidad de "play boy" de El Postre de Venus, con el inquietante La lanzadora de cuchillos o el clásico El acto empírico, verdadero homenaje a las claves de la literatura erótica más tradicional.

    Estamos ante un autor inquieto, en progresión y en perpetua crisis de ubicación. A pesar de ser uno de los más dotados entre los jóvenes cultivadores de "novela negra", no parece sentirse a gusto en el encasillamiento y busca renovarse a sí mismo, de momento por la elección de pautas subgenéricas diferentes. Es difícil precisar hasta qué punto la literatura erótica es un alivio psicológico para el autor o para los lectores, en un claro intento de evitar ir al psiquiatra. Es un enigma que dejo en manos de los psiquiatras. Lo cierto es que nada de lo erótico le es extraño a la imaginación de Muñoz, ni siquiera las claves de dominacion y crueldad controlada que suelen connotar los juegos sexuales. Desde la animalidad al voyeurismo, desde el dulce canibalismo a la sordidez que a veces acompaña la geografía de las ingles, Muñoz describe de arriba a abajo y de la derecha a la izquierda por toda la geografía del ¿placer? De no haber tanto juego en estas páginas casi se podría llegar a la conclusión de que el autor es un moralista, lo suficientemente inteligente como para no parecerlo. Para mí el relato más completo, más contenido y mejor conducido es el último. Un cuento inteligente sobre el erotismo cerebral, que es en definitiva el que interviene cuando el juego es literario. El erotismo cuerpo a cuerpo es una cosa. Cuando necesita del agente de las palabras, el erotismo se convierte fatalmente en cerebral.