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La poesía popular y Manolo Gerena, |
Decir "cante hondo crítico" es una redundancia. Late en lo profundo de este canto una larga protesta conectada con todas las insatisfacciones y limitaciones de un pueblo a lo largo de una historia lamentable. La "queja" caracteriza este fenómeno cultural colectivo que permaneció intocado hasta que la aristocracia agraria andaluza se marchó a Madrid y convirtió el cante popular espontáneo en un exotismo indígena de salón privado o de colmado museo de los excesos de la raza. En su terreno de cultivo, la liturgia del cante hondo seguía alimentada por las mismas condiciones de vida que lo habían creado y perpetuado, sobreviviendo de mala manera bajo la asfixia del "flamenco" de alguna manera oficializado y colocado en el escaparate de la peculiaridad española. Esta situación fue agravada por la masificación de la cultura musical de consumo y por el intento de crear una autarquía cultural en los años cuarenta. La demanda de "cante hondo" de empresas discográficas y compañías folklóricas de turné por toda España, adulteró la sustancia del género, introduciendo fórmulas comerciales que eran realmente una síntesis del "cante" y del tonadillerismo a su vez mixtificado por el "couplet". Esta operación de cirugía estética ya fue iniciada en los años treinta, pero fue llevada a sus últimas consecuencias bajo la programación política autárquica de los años cuarenta.
Se tergiversó por entonces la significación del "cante" convertido de la noche a la mañana en una curiosidad antropológica triunfalista, obra de la peculiaridad de una raza profunda, fatalista, estoica y lo que ustedes quieran. La larga queja de un pueblo adulterada en las placas discográficas o sobre los escenarios teatrales, quedaba desvirtuada, como queda desvirtuado el tam tam en el Lido de París o como acompañamiento de una langosta thermidor en el Alliottos de San Francisco. Desconectado de la realidad social que lo había hecho posible, el cante "hondo" dejaba de ser seña de identidad de un pueblo para ser un souvenir, una chuchería para mirones incapacitados para conectar con su auténtica esencia. Coincidiendo con el renacimiento de la cultura crítica en general de los años cincuenta y sesenta y dentro de una misma empresa de recuperación de la razón y de las señas de identidad, veremos fenómenos en apariencia tan desconectados como la "poesía social", el cine de Bardem y Berlanga, el teatro de Buero y Alfonso Sastre, la novelística de Goytisolo o García Hortelano, el nacimiento de la "nova cançó catalana" y el despertar primero vacilante y luego progresivamente robustecido de un nuevo cante hondo guiado por los ideales de una cierta vuelta a las fuentes y de seguir siendo el espejo reflejo de las condiciones de vida del pueblo andaluz.
Esa vuelta a las fuentes provoca unos criterios de pureza expresiva, estética si se quiere, que mueve a los grandes maestros del cante hondo, sea cual sea su ideología política, a huir del "flamenco adocenado" que se canta en las fiestas de los señoritos de Madrid o en cualquier otro ámbito de tergiversación cultural. Y conectado con esta búsqueda de la pureza original, aparece ese intento de "cante hondo crítico" que inicialmente se vale de las ya de por sí testimoniales, revulsivas letras originales y a continuación trata de crear nuevas letras al servicio de peripecias populares nuevas, de sentimientos renovados en conexión con las nuevas condiciones de vida e historia. Puebla de Cazalla es un nombre clave en esta historia, porque allí actúa un intelectual andaluz, Paco Moreno Galván, letrista y promotor, que aparece en todo ABC del nacimiento del cante hondo crítico, entre cualquier Adán y Eva de este peculiar renacimiento. De Puebla de Cazalla es Meneses, el principal cultivador de lo que Gerena llamaría "cante hondo para intelectuales", afirmación que yo no secundaría, pero que tiene cierto sentido en boca de este luchador tan solitario que es Manolo Gerena. El relativo enfrentamiento entre Gerena y Meneses es equivalente al que caracteriza a los profesionales hegemónicos dentro de cualquier parcela de la actividad humana. No hay arquitecto tan crítico de otro arquitecto crítico que un arquitecto crítico. Igual diríamos del economista, del escritor, del general de la armada y del boxeador de los pesos pesados. .
Tal vez sea un factor más del relativo enfrentamiento Meneses-Gerena, el que Manolo sea también de Puebla de Cazalla y en la Puebla haya recogido las pobres hierbas de sus alrededores, las hierbas adustas de su poesía autodidacta, popular, verdadera, pegada a su garganta como todas las leches que ha mamado. La poesía de Gerena tiene todas las características de las manifestaciones de cultura popular "de autor": condicionada por las fuentes tradicionales. recibe la impronta de los escasos aluviones culturales que han llegado al autodidacta y de la rica realidad conflictiva que el poeta vive. Cantante para obreros, campesinos y estudiantes, las letras de Gerena vienen de la antigua herida de un pueblo y se enriquecen con las nuevas heridas. Hay que verle cantar ante los andaluces residentes en Cataluña o en Suiza para poder empezar a hablar de lo que es "comunicación social" y para entender qué quiere decir feed-back para los teóricos de la Comunicación. Lo que Gerena dice es lo que dice su público, porque lo que Gerena piensa es lo que piensa su público, entre otras cosas porque Gerena vive como su público, casi con su mismo poder adquisitivo y su misma precariedad ante el futuro. La poesía de Gerena es la poesía que hubiera podido escribir cualquiera de sus oyentes populares y eso le da un valor testimonial difícil de traducir a otro idioma cultural, por ejemplo al idioma cultural de la Cultura con mayúscula. .
A este chico le dejan cantar poco porque a la clase obrera le dejan expresarse poco. No hay que darle más vueltas a esta hoja.