M.V.M.

Creado el
17/2/2002.



El misterio Sixto Cámara,
prólogo por Manuel Vázquez Montalbán a

La capilla sixtina

de Sixto Cámara, editado por Kairós, Barcelona, 1974


    Cuando leí la primera Capilla Sixtina telefoneé a César Alonso, uno de los dos redactores-jefes de Triunfo y le pregunté quién era Sixto Cámara.
    -Él asegura ser el mismisimo Sixto Cámara.
    -¿Una reencarnación del socialista utópico?
    -No. El mismísimo socialista utópico.
    -¿Qué edad aparenta?
    -Unos cuarenta años.
    Aproveché mi primer viaje a Madrid para pedir a mis compañeros capitalinos que me presentaran al nuevo fichaje. No voy a describir físicamente al personaje porque él lo ha eludido sistemáticamente en sus propias capillas, pero sí diré que me pareció un profesor de literatura de instituto de Enseñanza Media, machadiano, casi una reencarnación de Juan de Mairena. No iba tan desencaminado, porque en varias ocasiones Sixto me ha confesado que el Juan de Mairena fue uno de sus libros de cabecera antes de descubrir el Informe del Congreso al Presidente Nixon sobre la Pornografía en el mundo. Otros enigmas eran los amigos de Sixto, sobre todo los fundamentales: Marco Antonio, Menelao y Encarna. César Alonso y Víctor Márquez me han confesado que se han pasado horas enteras por el barrio de Argüelles y en la puerta de la casa de Sixto por si ven a sus habituales personajes.
    -¿No habéis visto a Encarna?
    -No.
    -¿No existe?
    -Es un misterio. Es un personaje famoso por el que han preguntado gentes tan dispares como un catedrático de Derecho Canónico y Santiago Carrillo, amén de una abundante correspondencia de siquiatras, letraheridos, sargentos poetas y novelistas portugueses. Sixto no suelta prenda. Le dijimos que la invitara un día a venir a Triunfo: «Es anti-Triunfo. Dice que somos todos unos revisionistas» y de ahí no le sacamos. Un día Carandell venga insistirle y Sixto se mosqueó, hasta el punto de gritar: «Mire Vd. Carandell, Encarna soy yo» y se marchó dando un portazo. Hasta Ezcurra el director, se lo preguntó un día: «Vamos, Don Sixto, dígame, ¿quién es Encarna?» y Sixto por toda respuesta le preguntó qué tal le había sentado su último viaje a Cartago.
    También yo traté de hacer mis averiguaciones. Con motivo de cada cambio importante en la política gubernamental, los de Triunfo nos vemos y reajustamos el cilicio. Aproveché el reajuste Pío Cabanillas para interrogar a Sixto:     -Bien.
    -¿Ves con frecuencia a Marco Antonio?
    -Psé.
    -Un día me gustaría decirle cuatro verdades a Encarna.
    -Hum.
    -¿Sabes qué se dice por Barcelona? Que todos esos personajes te los has inventado tú.
    -Ya ves.
    Pulcro aunque descuidado, silencioso las más veces, con un cansancio histórico casi igual al de Haro Tecglen y una eterna esperanza erótica-sentimental de adolescente, Sixto Cámara es el personaje que ha querido ser semana tras semana en la revista Triunfo. Yo creo que duerme seis días y resucita para escribir la Capilla, entregarla y volver a acostarse dispuesto a soñar con sus amigos. Su ideología es una mezcla de liberal jeffersoniano (muy en la línea trazada por Lionel Trilling en La imaginacián liberal) y socialista de La Commune. Ama a las víctimas hasta las lágrimas y odia a los verdugos hasta la violencia. Sixto es ese personaje desnudo de alma al que todo hiere y nada abriga, ese personaje que todo intelectual lleva dentro de sí y abandona cuando se encarniza la lucha por la vida y por la historia. Sixto estaría dispuesto a morir en el asalto al Palacio de Invierno y poco después estaría dispuesto a morir en las represiones estalinianas.
    -Es que es soltero y no tiene hijos.
    Suele comentar Carandell en sus escasos raptos cínicos.
Yo siento por Sixto Cámara un coro de atracciones y rechazos. Le quiero como si fuera ese tío soltero y liberal que todos deberíamos tener y lo odio como si fuera ese adolescente sensible que llevamos dentro y se nos agarra a las vísceras hasta que nos mata de insatisfacción.