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Una noche en "Casa Biscuter"ROSA MARÍA PIÑOLLA VANGUARDIA, 22 / 12 / 1995Casa Leopoldo se disfrazó, la noche del miércoles, de "Restaurante Biscuter" y sus paredes se cubrieron de fotografías de todas las épocas de Manuel Vázquez Montalhán y de fotocopias de las portadas de sus libros. La casa de comidas del barrio del Raval se convertía así en escenario de una singular celebración íntima, que reunió a los amigos barceloneses del autor para festejar su reciente premio de las Letras Españolas. La artífice del cálido homenaje fue Carmen Balcells, su agente literaria, convencida de que un galardón que subraya toda la trayectoria de un autor es algo importante que debe celebrarse. No fue arbitraria la elección del restaurante, cuyos comedores han sido para Manolo Vázquez casi un segundo hogar. Nacido en la vecina calle de la Botella, próxima a la plaza del Padró, el escritor empezó a frecuentar el establecimiento desde muy jovencito y más tarde lo inmortalizaría en muchas de sus novelas. El miércoles, el restaurante preferido de Manolo (en el que se han filmado películas sobre su obra) quedó rebautizado por unas horas con el nombre de Biscuter, seguramente el personaje más entrañable de la serie Carvalho y el más vinculado al barrio del Raval. «La relación de Manolo Vázquez con nuestra familia es una historia de largos afectos mutuos —nos comentaba Rosa Gil, el alma de Casa Leopoldo, en medio del ajetreo general—. Es un hombre por encima de todo de una gran honestidad». Más de setenta personas acudieron a la cita. Estaban, desde luego, la esposa de Vázquez Montalbán, la historiadora Anna Sallés, y su hijo Daniel, cineasta en ciernes. Y muchos amigos: Raimon y su mujer Annalisa, Rafael Ribó, Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Félix de Azúa, Carme Riera, Andreu Martín, Núria Pompeia, Javier Fernández de Castro, Elisenda Nadal... El novelista recibía sonriente los besos y felicitaciones de rigor, mientras Carmen Balcells supervisaba la buena marcha de la reunión. Isabel Clara-Simó, miembro del jurado del Nacional de las Letras, confesaba que la votación entre Vázquez y Juan Marsé había sido reñida hasta el final. "Es que los dos se lo merecen". Ya cerca de los postres, Daniel Vázquez reveló: "Hay una sorpresa para el final, pero no os la puedo decir", anuncio que provocó especulaciones diversas entre sus compañeros de mesa. Uno de ellos era el periodista Quim Aranda, que acaba de publicar un libro-entrevista con Vázquez Montalbán en el nuevo sello Dèria Editors. Y llegó la "sorpresa": el regalo de tres tangos cantados, y casi escenificados, al son de la guitarra, por Cecilia Rossetto, la temperamental actriz argentina de múltiples registros, hija del maestro de ajedrez Héctor Rossetto, que se sumó al homenaje, tras concluir su espectáculo en la Sala Villarroel, invitada por su amiga Rosa Gil. «Esto no estaba previsto, ha sido una cosa completamente improvisada —explicaba Rosa—. Nos hemos visto este mediodía y le he dicho que se animara a venir, que hoy teníamos fiesta grande». No hubo parlamentos. Para Manolo Vázquez, conocedor del buen hacer gastronómico de Casa Leopoldo, fue una cena sin sorpresas —del sabroso jamón al ya tradicional tortell de la casa, esta vez coronado con carteles de mantequilla con la leyenda "Premio de las Letras Españolas", pasando por un surtido pica-pica y un impecable rodaballo—, pero sin duda la velada permanecerá en su memoria como un regalo muy especial y lleno de afecto. Una fiesta cordial que reunía a un buen puñado de amigos en uno de los paisajes de su infancia. |