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PoetasMANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁNEl País, Cataluña, 23 / 3 / 2000Pasadas las teatralizaciones electorales y en sus escaños o en sus cuarteles de invierno los artistas, me asomo al recuerdo de aquellos tiempos en que Cataluña tenía movilizados a todos sus poetas ganando espacios de libertad. En aquella edad de oro del poeta libre en la naturaleza libre, los políticos luego realmente emergentes o estaban en el exilio o en la clandestinidad o en la Babia franquista, y los poetas, en el sentido más amplio los intelectuales, bregaban con los techos de permisividad para alzarlos y conquistaban voluntades en la sociedad civil para que abandonara el miedo o la vergüenza por lo que habían hecho y no hecho bajo el franquismo. Quiero hablar de poetas y no de intelectuales mayores o menores en general, pero me permito llamar la atención sobre legítimos y recientes intentos de desmitificar ciertas resistencias, como la de la gauche divine, a los que se ha apuntado algún infracrítico macartista que ha tratado de compensar su poquedad disminuyendo el tamaño de los demás. Un comentario del libro de Muñoz sobre el encierro de Montserrat permitió a uno de estos pigmeos parasitarios calificar a Bohigas de depredador de señoras ajenas y a Rosa Regàs de nómada sexual, demostrando el infracrítico serios problemas de libido insatisfecha que está esperando su psicoanalista. Si anecdótica puede aparecer la desmitificación de la gauche divine, dramático es, dentro de lo que cabe, el silencio sobre nuestros poetas, habida cuenta de que entre 1939 y 1978 buena parte de la reconstrucción nacional y democrática de Cataluña pasó por la poesía que reunía en lengua catalana a los Riba, Sagarra, Pere Quart, Espriu, Vinyoli, Ferrater, por citar un sexteto, y en castellana la llamada Escuela de Barcelona y estribaciones, en la que nos contamos algunos que fuimos, hace tanto tiempo, novísimos. Sólo parece haber espacio en catalán para Martí i Pol y en castellano para José Agustín Goytisolo, espacio merecido, legitimado por la excelencia de ambos poetas, pero rácano si se cuentan las omisiones. ¿Adónde fueron a parar todos los demás? Dejo a un lado el Expediente X de los poetas catalanes en castellano y me concentro en la lamentable evidencia de que fue necesario llegar al centenario de Pere Quart para redescubrir a uno de los poetas más fundamentales y necesarios de la moderna literatura catalana. No menos lamentable es la evidencia de que no hay espacio para Espriu, hasta el momento de su muerte considerado príncipe de los poetas de los Países Catalanes y desde entonces sometido a la operación del olvido institucional y de un cierto abandono por parte de las mesnadas nacionalistas, que tal vez lo consideren un poeta demasiado posibilista, demasiado forzado por circunstancias pactistas... Escolta Sepharad...! No creo que estemos ante un caso de bandazo estético del estilo de desnudar a Espriu para vestir a Foix, porque no hay bandazo estético que pueda silenciar la grandeza de Espriu, dotado de la modernidad clasicista y de la ductilidad que le permite asumir códigos diversificados, desde el de la gran poesía clásica grecolatina hasta el mismísimo Valle-Inclán. Estamos ante una prueba de la ignorancia y desidia de las instituciones y de los mentores culturales dejándose llevar por las políticas y prácticas más cómodas de instrumentalización del patrimonio, cuando no por la dictadura de los imaginarios asumibles por el mercado siempre relativo de la poesía que al parecer se reducen a uno, como si sólo hubiera espacio para un poeta nacional. Cuando se habla de la pobreza cultural institucional, venga de donde venga, y del provincianismo de sus estrategias, no se debería hacer el juego a una lectura cosmopolita de la decadencia, a lo Vargas Llosa, en tantos aspectos impregnada de melancolía y nostalgia por aquella Barcelona de su juventud en la que era detectable el esplendor en la hierba, aunque fuera en la hierba del Turó Park. Lo provinciano es plegarse al signo de los tiempos de la ley de la oferta y la demanda y dejar que opere también en el territorio del patrimonio literario, del patrimonio poético. Se ha comprobado que recuperados los poetas y leídos en público obtienen éxitos de audiencia no comparables con los de cualquier conjunto musical del estilo de La Asquerosa de tu Madre o Motius i Varius, pero éxitos estimulantes que en parte dependen de la habilidad del poeta o del rapsoda para escoger una lectura posible y proponer la libertad de lectura que comporta la poesía abierta contemporánea. Ya que este esfuerzo no se hace desde las televisiones catalanas, por más que haya programas culturales ejemplares sobre todo en TV-4, algún sujeto social debería asumir la memoria de tan extraordinarios poetas y me atrevo a proponer una Asociación pro Poetas Libres en la Naturaleza Libre (Poetes Lliures a la Natura Lliure) financiada por la Caja antes de que esta institución se nos globalice demasiado hasta alcanzar identidad gaseosa y se nos pierda por los espacios siderales de la economía de Internet. |