M.V.M.

Creado el
8/1/2001.


Pasionaria y los siete enanitos

ROGELIO LÓPEZ BLANCO

ABC literario, 23 / 6 / 1995


En palabras del autor, se trata de un «ensayo especulativo» alrededor de la biografía de Dolores Ibárruri y en relación con su influencia sobre los hombres que ocuparon junto a ella, con diversos grados de responsabilidad, la dirección del Partido Comunista español, todo lo cual viene además a constituir una particular visión sobre la historia del partido.
    Simplificando, la razón del título escogido para este libro tiene que ver con la desproporción que da a dicha relación la altura del mito Pasionaria y con el interés de Vázquez Montalbán en contrastar su condición de mujer «esencialmente "diferente"» en un espacio monopolizado por hombres. Los «enanitos», denominación utilizada sin tono peyorativo, vienen a representar siete categorías que establece el autor de aquellos «que tuvieron que asumir la existencia política» de Pasionaria.
    Aunque la inclinación de Vázquez Montalbán sea moderadamente favorable a la figura de la biografiada, dice mucho en favor de su honradez intelectual el que la reconstruya dejando hablar a los agraviados, configurando un retrato complejo, lleno de contradicciones, que proporciona un balance que puede considerarse poco benévolo. La atenuación que supondría el deber de enjuiciar sus actuaciones en el contexto temporal, atribuyendo al estalinismo y a la dependencia de los poderes moscovitas buena parte de la responsabilidad, y las propias contradicciones y exageraciones de algunos «enanitos», que así practican su propio exorcismo, son argumentos con los que Vázquez Montalbán no trata de contrarrestar, sino atemperar, unos juicios profundamente negativos y, en ocasiones, mezquinos.
    Por otra parte, el libro que nos ocupa es muy personal. Me refiero a que Manuel Vázquez Montalbán se plantea la valoración de la experiencia comunista a partir del desmoronamiento producido en 1989. No es negativa, pero al menos no la aborda desde la clásica justificación de que se produjo una adulteración del «sano» objetivo inicial, es decir, la utilización de la coartada de la adulteración estalinista. La legitimidad de la lucha por el ideal de igualdad social sigue en pie.
    El problema es que no se enfrenta al reto que supone la naturaleza totalitaria de una doctrina y un sistema de interpretación que incurre en fantasmagorías como considerar que las categorías analíticas son sujetos activos reales capaces de transformar las sociedades hacia un fin concreto.
    En esa línea personal, es interesante el libro porque permite identificar algunas fijaciones históricas casi subconscientes en quien, como Manuel Vázquez Montalbán, constituye un importante referente de la izquierda española. Así, aunque no es nuevo, es significativo constatar que alguien que no participó sitúe las raíces de la guerra civil en la Ilustración, cuando no más atrás, en la Contrarreforma, un reflejo revelador de la proyección de culpa hacia un pasado remoto.