M.V.M.

Creado el
7/10/1998.


La portada

ENVÍAME DOS

JUAN CRUZ

DE Una memoria de EL PAÍS, Plaza & Janés, 1996


Era tan fácil conseguir que Manuel Vázquez Montalbán aceptara escribir un artículo para cualquier zona del periódico que daban ganas de decirle: «Pues envíame dos». Dicen de él, y él lo desmiente, que es capaz de escribir varios artículos mientras prepara una paella. En realidad, dice, es lento; en este momento le lleva más de cincuenta años escribir cualquier texto, porque lo que hace proviene de su experiencia y de su estilo.
    Cuando se incorporó a El País, en 1984, Vázquez Montalbán lo vio como un diario que ya había consolidado una mayoría social cualificada: los lectores del periódico acabaron por marcar la ideología dominante. Y debía de ser que la gente estaba buscando un diario de centroizquierda y El País había sido capaz de dárselo. Él siempre se sintió cómodo, en líneas generales, en El País, y también se sintió incómodo a veces, por rasgos de índole general. «Yo creo que en El País ha habido dos actitudes: ha tenido una línea editorial coincidente con la línea gubernamental y, al tiempo, ha dejado que cada colaborador haya dicho lo que ha querido. Ha incorporado un diario de cejas altas a la tradición periodística española: desde El Sol de Ortega y Gasset no había aparecido en España un periódico de estas características. Ha defendido un nivel alto de escritura y ha recogido la tradición de la prensa bien escrita».
    Es un periodista; y siempre se comportaba así. No hacía falta reiterarle los encargos; debías ser sucinto, porque parecía tener prisa. Era de esos españoles que no saben hablar por teléfono, que de inmediato te cortan. Una vez que sabía de qué se trataba tu encargo, se ponía a la máquina y te llamaba de inmediato. Nunca se le cayeron los anillos, ante ningún tema, como si aún viviese realquilado en un piso de Barcelona y se hallara pendiente de que Triunfo le publicara el primer reportaje que le llevó a la fama y le sacó de la revista de mobiliario en que era redactor jefe. Dice que nosotros le usábamos como la buena conciencia de El País. Es probable; lo que sí es cierto es que él era la buena conciencia de un buen periodismo sobreviviente que sigue preguntando a la gente antes de opinar sobre la gente.