M.V.M.

Creado el
15/9/2002.


El Emperador es un caníbal solitario

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

Leído por el autor el 30/5/2002 en la Basílica de Massenzio, en Roma, en el ámbito del Primer Festival de las Literaturas. Inédito en español.


De todas las soledades que pueden comprenderse y connotarse, desde las más esenciales a las más físicas, reconozco señor emperador que ninguna supera la suya, situada en el cénit de la globalización, en el inicio de la distancia más corta entre Disneylandia y el sol. Soledad acentuada por el hecho de que Vd ha sido elegido por una minoría de súbditos, decisión atribuida a la desidia de la ciudadanía, pero que tal vez, en atención a sus méritos habría que atribuir a la inmensa sabiduría espontánea de las masas, desde la experiencia de más de un siglo de imperio, tiempo suficiente para comprobar que el papel de emperador depende del poder económico que lo financia y de la capacidad de interpretación del actor que lo desempeña.

Vd encarna, al más alto nivel, la soledad del político, duplicada desde el periodo de entreguerras, de qué guerras no importa, cuando los profesionales de la cosa pública se convirtieron en portavoces del poder económico y no ilustra demasiado sobre el futuro saber quién va a ser el nuevo emperador sino quiénes son sus padrinos. Durante el periodo de entreguerras, el sistema machacó la potencia reivindicativa de los enemigos del imperio y durante una de las guerras más largas, pero nunca declaradas, quedó arrasada la conciencia política realmente alternativa a lo que pudieran representar los valores diagnosticados como más eternos. Se fue imponiendo la evidencia de los límites del cambio y del papel de delegados del poder económico y técnico militar que tenían los políticos hasta su más alto nivel, el mismísimo emperador. Recuerdo, señor, que en mi contestataria juventud era de extrema utilidad leer análisis políticos en los que se demostraba que era mucho más útil ser compañero de golf del emperador que su votante. Los emperadores juegan al golf con el poder económico y cultural vinculado con los aparatos ideológicos, informativos y teledirigentes. Esa vecindad es la que cuenta porque aisla en los mejores prados al imaginario del poder político sin despegarlo de sus dueños.

Así se explica que infradotados no sólo para la política sino incluso para la conversación llegaran a emperadores sin que se produjera ninguna catástrofe galáxica. De algunos de ellos se decía que eran incapaces de hacer dos cosas a la vez, por ejemplo, bajar una escalera y masticar chicle. No eran leyendas o calumnias. Uno de los emperadores más transitorios se caía por las escalerillas de los aviones en el caso de que continuara empeñado en mascar chicle al mismo tiempo. Los emperadores suelen ser bustos parlantes solitarios y a su alrededor se mueven o bien autosuficientes expertos reclutados de las capas más altas del saber y conectados con todos los aparatos de poder real, el económico y el militar, o becarias algo gordas ávidas de comunicación oral. Los redactores de santorales escriben que algún emperador fue más notable que otro, según la calidad de su interpretación del personaje, no siempre obvia, en ocasiones homolagable según las mejores técnicas de la escuela stanislavskiana o de la contención naturalista de Sir Lawrence Olivier.

Vd fue elegido, porque su rival era algo plasta, más apto para presidente de cualquier colegio de abogados ricos, que para emperador. Además últimamente había engordado demasiado y enseñaba las entretelas de su candidatura desde que nació o al menos desde que se matriculó en Harvard. Vd sólo podía ser aspirante a presidir este imperio y ahora, porque en cualquier otro lugar del mundo, sin su padre y sin su lobby, estaría vendiendo pipas de girasol por los estadios y las plazas de toros. Vd., emperador ni siquiera pertenecía a la raza de los que se caen por las escaleras cuando mastican chicle, por eso sus asesores ni le dejaban bajar escaleras y mucho menos masticar chicle, aunque fuera por separado. Tampoco le dejaban masticar galletitas de cóctel pero Vd se las escondía por los bolsillos y los cajones más secretos de las estancias imperiales y se procuraba minutos de ausencia para comérselas. Sin más pensamiento que el curioso sentido de la sal: salar las cosas.

Días antes de las elecciones salió de los más hondos arcones a través de las más profundas gargantas, el recuerdo de que Vd, ya no tan joven, tenía cuarenta años, consumía drogas prohibidas y sobre todo la más convencional de todas, el alcohol. Llegaron a retirarle el carnet de conducir y luego se regeneró lo suficiente como para salir de su acuarentada crisis y encontrar empleo y sueldo como virrey de una provincia importante donde se dedicó a enviar a la silla eléctrica a los perdedores sociales que desde toda clase de carencias o drogadicciones no tuvieron los colchonoes que impidieron su caída. Al ajusticiar a las víctimas del sistema con tanta facilidad de disparo, sabiamente, Vd exterminaba a ese otro yo que se emborrachaba para olvidar su propia mediocridad y que su identidad dependía exclusivamente de que se llamaba como su padre, el viejo emperador que sí podía masticar chicle y bajar una escalera, pero no afeitarse mientras cantaba y ni siquiera cantar mientras se afeitaba.

No. No eran Vds. candidatos entusiasmantes, como muy bien razonaba Woody Allen en un agudo artículo preelectoral, el gran capador de melancolías propias y ajenas, se inclinaba, desesperanzadamente, por votar a su rival. La elección de presidente de USA y emperador para el resto del universo, menos para unos pocos estados transhistóricos o con sentido del humor, ya estaba fallada y ahora pertenece al libro en el que todo está escrito, en el que consta que nada más sentarse en el trono, Vd mostró algunas de sus bazas gubernamentales más determinantes, casi todas heredadas del equipo de su padre que tampoco era estrictamente el equipo de su padre. Porque Vds dos pertenecen a la clase de emperadores poco dotados para el análisis político y dependendientes de lo que antes se llamaba lobbies o grupos de presión y ahora no sabemose cómo llamarlos, ya que la revolución conservadora, tan urgente y generosa, no ha tenido tiempo de corregir todos los truculentos excesos significantes de la izquierda. Propongo que lobbies y grupos de presión se llamen Organización no gubernamental de agentes de interacción extraparlamentarios.

De todos los nombramientos fue el más llamativo el de un visir de Asuntos Exteriores negro. Lo llamativo del color de su piel tiene diversas lecturas, pero ninguna evidencia de que su comportamiento como valedor de la política exterior sería diferente del que tendría un general retirado también, pero blanco. La condición de perdedor simbólico no conlleva la solidaridad con los perdedores y ya vimos como Margaret Thatcher fue una durísima jefe de gobierno jamás afectada por la menor dosis de feminismo. Si bien la Thatcher nos advertía de sus intenciones cada vez que salía de la peluquería coronada por una permanente tan incorrupta como el brazo de Santa Teresa, su visir exgeneral y negro ya nos advirtió durante la guerra del golfo de que representa la nueva lógica belicista del sistema supeditada a mantener el pleno empleo gracias a la tecnoindustria armementista. Su ministro de exteriores fue calificado como héroe de aquella guerra, de aquella prodigiosa comedia militar mediática llena de espías y cormoranes infiltrados, primera demostración de como en las guerras avanzadas sólo se muere el enemigo y cómo el desorden internacional se disfraza de su contrario. Añade su visir la voluntad de que las guerras no sean llamadas guerras y se retransmitan en directo por la CNN a condición de no enseñar los cadáveres ni destrucciones que los buenos produzcan entre los malos. Ni siquiera los negros del África Ecuatorial, es un decir, deben pues confiarse por el hecho de que el Imperio tenga un valido negro, en el supuesto caso de que sea políticamente correcto así calificarlo.

De creer todo lo que han escrito sus súbditos más inmediatos sobre Vd podríamos contraer un insomnio incurable y de sacar fáciles interpretaciones de sus gestos y palabras cuando aparece en público, podría derivarse un pánico universal colectivo y la demanda de asilo político incluso en China. Inseguro e irrelevante, Vd reproduce el prodigio paterno y así consta el misterio de que dos personajes tan anodinos y parecidos hayan llegado a emperadores. Teólogos neoliberales les inculcaron la obediencia ciega a una política decidida a bajar los impuestos, privatizar todo lo que no se ha privatizado, poner freno a la sanidad pública y apoyar la enseñanza privada, bloquear económicamente a la ONU hasta que se plegue del todo a los intereses estratégicos del Imperio, aumentar el presupuesto de defensa, no colaborar en forzar a las empresas a una limpieza ecológica para no frenar su productividad y cortar la inmigración de los condenados de la Tierra como uno de los peligros para la desidentificación del imperio, parar la campaña para detener la venta de armas a particulares y endurecer la política represiva contra la delincuencia, sin hacer casi nada para conseguir otra reinserción social que las sillas eléctricas y las fosas comunes.

Es como si sus mentores le hubieran aconsejado copiar un catálogo del reaccionarismo moderno o tomarse en serio una película satírica sobre la conducta del perfecto príncipe de derechas derechizadas. Sólo faltaba que un grupo de terroristas gaseosos, en el nombre de Alá se dedicara a bombardear las torres más altas del Imperio, para que Vd se viera obligado a programar una guerra no menos santa y por lo tanto no menos terrorista. Todos sus súbditos contemplamos como el emperador ha machacado un poco más al pueblo afgano y anuncia una cruzada incontinente contra los centros del terror, utilizando para ello bombas atómicas de efectos limitados y mentiras de efectos ilimitados. Nunca se formuló expresamente que un estado imperial pudiera crear un Departamento de Mentiras para desorientar no sólo a los enemigos sino incluso a los aliados, lo que nos lleva a invitar al género humano a que medite sobre lo relativo de los valores políticos e incluso históricos pasados por los filtros de las mentiras necesarias. Siempre hemos juzgado muy mal a Nerón porque, se dice, incendió Roma para culpar a los cristianos y tampoco tiene buena prensa Calígula porque nombró procónsul a su caballo favorito. Casi dos mil años después, nuestro emperador crea un departamento de Mentiras Cósmicas y nos quedamos tan abúlicos como antes. Entre lo siniestro y lo cómico, la conducta política del imperio no consigue acceder a lo tragicómico y se queda en siniestra y en cómica. Abulia especialmente melándolica en Europa donde el virrey inglés y su colega alemán se dedican a marcar distancias entre la Europa del Norte y la Europa del Sur desde el prejuicio de que españoles, italianos, griegos y portugueses llegamos a Europa en patera hace muchos, muchísimos años. ¿Verdad o mentira? Si el europeismo pasa por una doble vía interiorizada, no pasa en cambio por ninguna vía exterior. Desembarcado en Filipinas el ejército imperial, casi desembarcado también en Colombia y amenazadas de desembarco Irak, Irán y Somalia ¿son desembarcos de verdad o de mentira? ¿Fue verdad o mentira que Vd se atragantara y desmayara a causa de una galletita de cóctel o es que se excedió en sus posibilidades y masticó y pensó al mismo tiempo? No insisto en la expresión de mis dudas sobre lo que es verdad o mentira, porque aunque la oficina de desmentidos imperiales nos haya dicho que se acabaron las dobles o falsas verdades ¿lo ha dicho de verdad o de mentira? Verdades, mentiras, cintas de vídeo en las que va quedando retratado no ya el final de fiesta del siglo XX, sino el comienzo del hilarante guateque sangriento en el que se está convirtiendo el XXI, un siglo en el que los guiñoles nos acercan más a la realidad que las supuestas imágenes reales y primus inter pares el guiñol del emperador.

Lo siento, porque educado en tiempos de expiaciones y represiones, soy desconfiado y lo peor que le puede pasar a un desconfiado es que el Departamento de Estado del imperio le está mintiendo incluso cuando le comunica que deja de mentir. Era mi propósito hacer desaparecer a mi personaje literario, el detective privado Carvalho, testigo histórico al parecer sin función ante el final decretado de la Historia. Pero en un mundo en el que Vd ha podido llegar a emperador, no se puede separar la política del delito. No podemos privarnos de Carvalho, de su asqueada melancolía causada en algún momento de la Historia, no sé cuál, en el que el detective descubrió que la Creación fue una precipitada chapuza que implicaba que todo lo vivo ha de tratar de comerse a todo lo vivo, sin excluir la práctica del canibalismo como un exceso del sentido lúdico de la gastronomía. El problema no es de vida o muerte de un personaje, sino de reciclaje profesional, porque a su edad, Carvalho ya no puede aspirar a ser un atleta sexual japonés ni un hombre contundentemente agresivo. Estudio la posibilidad de meterle en una ONG, Detectives sin fronteras, abiertamente opuesta a la ONG hegemónica, Financieros sin fronteras.

Afortunadamente, majestad, Vd consiguió superar el atraganto de una galletita salada y ha recuperado si no la lucidez, sí el buen color. Comprobado que supera a la raza de emperadores que no puden mascar chicle y bajar una escalera al mismo tiempo, pero no llega a la capacidad de robarse el billetero a sí mismo, como tan magistralmente lo conseguía Richard el Sucio. Nada más recuperar la lucidez ha declarado que el Imperio ya no va a volver a contar mentiras, ni siquiera a sus aliados, ni siquiera a Javier Solana, pero nada ha dicho sobre las mentiras que ya circulan por el mercado de la verdad sin parecer mentiras. Peor que la mentira es la no verdad, como ya trataron de demostrar algunos filósofos de la Escuela de Francfort y la capacidad de no verdad del actual Imperio supera la de cualquier otro Imperio anterior.

Quedan bajo sospecha el antrax y el mismísimo Ben Laden . ¿Verdad o mentira? El ataque de antrax sólo duró lo suficiente para justificar la existencia de un enemigo interior que debía ser vencido en el exterior y Ben Laden bien pudiera ser un diseño virtual, a manera de superación subliminal de Atila, el Gran Khan, Fu Manchú y el Dr. No. ¿Es cierto que el jefe de los talibanes a pesar de ser tuerto, consiguió escapar en una Lambretta, es un decir, o se trata de una coartada para justificar el ampliado presupuesto militar del Imperio? Y estamos en el terreno clarísimo que distingue Verdad o Mentira, sin entrar todavía en el de la No Verdad plena, como el juicio a Milosevic.

Mientras el truculento bárbaro serbio era el acusado, formó parte del selecto mercado de verdades de los más poderosos medios de información del imperio, pero desapareció como mercancía informativa en cuanto se convirtió en impugnador de tan militante tribunal, en ridiculizador de su insuficiente presidenta, así como en acusador de los que le acusan y que en algún momento de su vida y nuestra historia, le respaldaron como un estadista imprescindible. Empezó la CNN, fijadora del canon de verdad del Imperio, ignorando el juicio de La Haya y disciplinadamente todos los medios palanganeros fundieron en negro y se fueron a por otro frente de la Libertad Duradera, una No Verdad enunciativa que enmascara la ambición lírica de un emperador solitario que sólo gobierna realmente en el territorio donde clandestinamente guarda las galletitas de coctel e imagina sillas eléctricas globales al servicio de consignas poéticas diríase que precolombinas, claramente cheyennes, por ejemplo: Libertad duradera. Duraderas, no se sabe por cuánto tiempo, porque desde su soledad, el emperador ha visto cosas muy claras que no son verdad.