M.V.M.

Creado el
11/10/1999.



Cambio

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

El País, 11 / 10 / 1999


Las encuestas son de derechas cuando anuncian la victoria de la derecha y de centro cuando anuncian la victoria de la izquierda. Las encuestas son como son las antologías poéticas generacionales: han nacido para matar. No obstante, de lo que estoy seguro es de que en Cataluña al día siguiente de las elecciones autonómicas estaremos en pleno cambio. Bien porque los ciudadanos se suban a las barbas de las encuestas y derroten a Pujol o bien porque si gana Pujol va a empezar la batalla de su sucesión a un ritmo de castellers con turbo. Si gana Pujol, tras la milonga de su anunciada retirada, que sus partidarios no se hagan demasiadas ilusiones. Este hombre va a tener que pasarse el día en las almenas del Palau de la Generalitat vertiendo calderas de aceite hirviendo sobre sus delfines escaladores. En cuanto a los cambios emblemáticos, recuerdo el título del libro de dos patriotas catalanes, Casals y Arrufat, Catalunya: poble dissortat (Cataluña: pueblo desafortunado) del que deberíamos huir pase lo que pase. Incluso se me ocurre una fórmula higiénica para el caso de que los ciudadanos no venzan a las encuestas y Pujol vuelva a ganar, fórmula que requeriría la complicidad del Honorable. Dado que Cataluña dispone hoy de dos caretas representativas en el carnaval político civil, la de Pujol y la de Núñez y habida cuenta de que los dos tienen una irreversible voluntad de eternidad ¿por qué no cambian sus papeles? Es decir, que pase Pujol a presidir el Barça y Núñez la Generalitat, establemente o a plazo fijo; por ejemplo seis meses de alternancia en uno y otro cargo.

Ganaríamos con este simulacro de cambio, los partidarios de la cultura del simulacro, los que nos sentimos aplastados por esta doble pesadilla significante y tanto Núñez como Pujol desorientarían a sus delfines y estarían en inmejorables condiciones para ser reelegidos en elecciones futuras.

Posdata: Un artículo de Gregorio Morán sobre Pujol desapareció el sábado en los subterráneos virtuales de La Vanguardia. Gregorio: Siempre nos quedará París y el Internet.