M.V.M.

Creado el
14/8/2001.


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Texto de Manuel Vázquez Montalbán en el libro

Homenatge a Rafael Alberti

editado en ocasión de la Exposición Rafael Alberti, Barcelona, 1976


    Decía Pasolini que él no descubrió la falacia del fascismo leyendo a Togliatti o a Gramsci. La descubrió leyendo a Rimbaud: "Frente a la mentira de la cultura literaria oficial descubrí la verdad en la verdadera poesía". No diré yo que a muchos españoles de mi generación nos haya pasado otro tanto, porque había sobrados, flagrantes motivos en la más inmediata realidad de todas las mañanas, para descubrir la verdad o la mentira política. Pero es indudable que descubrir a Lorca, Moreno Villa, Cernuda, Salinas, Neruda, Miguel Hernández, Altolaguirre, Prados, Rejano y Alberti alineados en el bando de la calidad literaria y de la justicia histórica era la gota que faltaba para el colmo del vaso de la lucidez. Afortunadamente y con contadísimas excepciones, la lista de los buenos escritores españoles coincide con la de irreprochables ciudadanos. La mentira estética se apuntó a la causa de la mentira histórica, porque una y otra nacen de la falsificación del pasado, del miedo al presente y del recelo ante el futuro. La verdad siempre ha de pasar por una recuperación desmitificada del pasado, una recuperación que pase por encima de la conjura de la pornohistoria, revierta en un presente problemático y apunte a un futuro por hacer al margen de las codificaciones del presente.

    De ahí que junto a la identidad verdad histórica, verdad política, debamos situar el parentesco de la vanguardia; porque la literatura y las artes en general progresan sensiblemente sobre un perpetuo proceso de cambio y no hay escritor, ni artista que se precie de serlo que no haya aprendido a leer de nuevo y trate desesperadamente de comunicar su código de escritura a los demás. Los mejores políticos también van por ahí. No son animales con corazón de celuloide, sino acróbatas de vuelo cada vez más alto, para ver más horizonte y descubrir por qué caminos del presente se llega a la realidad del futuro.

    Alberti es nuestra vanguardia estética y política. Aun hoy sigue siéndolo. Trataron de decirnos que era tan sabio poéticamente como torpe políticamente. Quisieron practicar la verdad en el juicio poético y la mentira en el juicio político. En Alberti, como en la totalidad de la republicana generación del 27, una y otra dimensión van unidas. Gran poeta, gran comunista que puso la palabra de vanguardia a ras de calle donde luchaba la vanguardia de la Historia. Máximo superviviente de aquella generación en la que destacaba su pose de perfil, como si insinuara un desplante al flash, aun hoy da con su testimonio político el más severo mentís a los que ética o estéticamente imposibilitan el compromiso del intelectual.

    Ligado a la suerte histórica de millones de luchadores por la libertad y la igualdad, el poeta Alberti ha crecido sobre raíces políticas inmensas, indestructibles, para llegar intacto con su equipaje de palabras y voces a la España recuperada para la democracia.


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