Creado el 21/02/2004.
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Murió Montalbán
HORACIO BUSCAGLIA
La República (Uruguay), 20 / 10 / 2003.
Hace poco más de 25 años revolviendo una mesa de libros usados en la feria de Tristán en busca de alguna novela policial de la serie negra que me faltara, las del Libro Amigo de Bruguera, me encontré con un libro con aquellas tapas duras con diseño de Libro de Cuentas Corrientes que solía (¿suele?) poner la Librería Ruben cuando las tapas originales se rompían. Era la novela Tatuaje de un tal Manuel Vázquez Montalbán. A la "impostura" -para aquellos tiempos- de escribir una novela negra en español se le agregaba la insólita decisión de que el detective fuera gallego y se llamara Pepe.
Aquella edición inicia hoy la larga fila de libros de Manuel Vázquez Montalbán que ocupan casi todo un estante de mi biblioteca. Yo no soy crítico literario ni lo quiero ser, pero levanto mi copa de orujo o de uno de esos profundos y cavernosos vinos tintos españoles en un último brindis por este gran intelectual y amante de la vida -un amor similar al de Neruda-, a quien desde aquí recomiendo leer algo más que sus maravillosas novelas de Pepe Carvalho.
Él dijo: «Ya sé que la vieja división entre el intelectual como reproductor de la ideología dominante y el intelectual que suministra la ideología de cambio es algo que habría que cuestionar muchísimo qué quiere decir y cómo se hace, pero que esas dos tendencias sobreviven y que se enmascaran ahora con mucha mayor sutileza y maquillajes más poderosos que hace unos años, también es cierto.»
«(...) De hecho la realidad es el resultado de una manera de ordenar el caos, casi un principio filosófico, y deja muy contenta a la gente normal y corriente. Lo que más les molesta es que alguien les pueda decir "eso que Ud. cree que es un orden no es un orden", ya desde el punto de vista económico, vivencial, cotidiano, en las relaciones personales, la relación con el perro, con el hijo».
Dejo impreso aquí mi mayor respeto por su talento, por su inmenso y variado bagaje cultural, por su ironía y humor y por su incorruptible compromiso como intelectual.
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