Creado el |
Meditación sobre la fuerza y mansedumbre de las bestias, |
Cuando un político sonríe es porque no puede estar serio. Cuando te da la mano es porque no puede estrangularte. Si te pide algo es porque no puede quitártelo. Si te da cualquier cosa es para no darte lo que le has pedido. Y si no le has pedido nada y te da algo, tate, aquí hay gato encerrado. Tal vez pensarán que con esta filosofía un servidor no está muy dotado para moverse en el mundo de la política. Cada cual apechugue con sus contradicciones. Unas veces como mirón y otras como practicante, he tenido alguna oportunidad de tratar con políticos. A pesar de todo lo que sobre ellos pueda poner por escrito, la verdad es que he conocido ejemplares dignos de aprecio... condicionado.
Bach y Rafael Wirth la emprenden en este libro con una galería de políticos de muy señor mío. Son pájaros de cuenta, es decir, vuelan alto y hay que observar el vuelo con cuidado, porque a algo apuntan. En la cresta de la ola del retorno de la «legalidad política» aparecen rostros y apellidos que Bach y Wirth han diseccionado valiéndose de la imagen y la palabra. Estas bestias políticas que a continuación aparecen concentradas, como si fueran un caldo o un elixir estomacal, son hijos de padre y madre como todos, pero deben servidumbre a su voluntad de seres públicos. Wirth informa sobre sus vidas y por el procedimiento de la combinación de datos retrata no ya la presencia actual de la bestia, sino todo el proceso que le ha llevado a ser lo que es o al menos a parecer ser lo que parece ser. Bach, con el estilete del caricaturista, ha hecho una interpretación de lo que el pájaro lleva en el buche, a partir de lo que el pájaro enseña en la cara. Entre todas las parejas culturales o cómicas que ha producido el siglo (Stan Laurel y Oliver Hardy, Tip y Coll, Fraga y López Rodó, Perich y Vázquez Montalbán, Ramoneda y Martí Gómez, Tierno Galván y Morodo, Franco Bahamonde y Franco Salgado-Araujo, etc. etc.) Wirth y Bach destacan por la complementariedad de su análisis de las víctimas.
A veces el personaje les cae bien pero tratan de disimularlo. Cuando les cae mal el disimulo apenas si existe. Pero el lector hará muy mal si se conforma con la venganza que le prestan estos excelentes analistas del alma de las bestias políticas. El lector debe estar siempre a la expectativa y no bajar la guardia. Así, cuando contemple la reacción de entusiasmo que los políticos dispensarán a este libro, cuidado, mucho ojo, no se fíen, si pudieran lo secuestrarían.
Pero como al menos durante una temporada todos hemos de presumir de demócratas, este libro tendrá larga vida y fortuna. Rafael Wirth es un periodista inteligente, agnóstico y sentimental. Bach es un pintor que ha convertido la caricatura en un instrumento de defensa ante la vida y la Historia.
Vaya par de bestias también ellos.