M.V.M.

Creado el
10/10/1999.



El Barça del Dr. Frankenstein

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

EL PAÍS, Suplemento "La Liga - temporada 99/2000"


El mismo día en que Albert Celades era presentado como jugador del Celta de Vigo, el Barcelona jugaba su partido de pretemporada con el Hertha de Berlín. Sorprendente alineación barcelonista llena de canteranos, mientras descansaban o se recuperaban los jugadores que Van Gaal va a utilizar durante su nueva temporada como entrenador azulgrana. He presenciado todos los partidos previos a la Liga y he experimentado la sensación de asistir al final de un experimento de laboratorio: la recomposición de un equipo de fútbol mediante piezas de otro equipo al que se trata de imitar, el Ajax que hizo de Van Gaal un profesional de prestigio, como si el entrenador no supiera hacer otra cosa que imitarse a sí mismo mediante una política de fichajes que ha parecido una parodia de los experimentos del Dr. Frankenstein.

Y este equipo monstruo resultante transmite una cierta confianza en que puede ganarlo casi todo, pero al mismo tiempo emana hedores de naturalezas muertas, como si el Dr. Frankenstein hubiera utilizado órganos, músculos, huesos de seres vivos o muertos para componer esa criatura única que lleva en su cabeza paralelepípeda. En este equipo, Guardiola es la coartada de la conservación de una identidad a la deriva y tal vez definitivamente innecesaria, porque la verdad hegemónica es la ley del mercado y si el equipo logra trofeos y gana dinero, su referente simbólico cambiará cualitativamente: ya no representará a una ciudad viuda de poder político o a un país inacabado, sino a una junta directiva que supo invertir en los experimentos del Dr. Frankenstein y a una afición que se lo toleró a cambio de sentirse propietaria, cada vez menos, del monstruo.

El traspaso de Celades significa el final de aquella quinta del Pelat que jamás se ultimó como proyecto y quedará en la historia del barcelonismo como una incógnita. ¿Qué hubiera ocurrido si la junta directiva no hubiera perdido la paciencia asustada por el fantasma de Cruyff y renovó el equipo a base de talonario prescindiendo de aquella promoción a todas luces prodigiosa? No vale señalar, uno a uno, la suerte que han corrido sus integrantes. Aquellos muchachos jugaban juntos de memoria y sólo necesitaban un crack por delante y otro por detrás. El actual equipo del Dr. Frankenstein no emociona. Y si no gana la Liga de Campeones, incluso puede indignar.