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Fútbol: otra droga de diseño
MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
EL PAÍS, 28/8/1997
Pertenezco a la era de dos drogas duras, el fútbol y el alcohol, pero así como el alcohol sigue siendo lo que era, el fútbol ha perdido la lógica interna inicial que le acompañó hasta los años setenta y cada vez se acerca más a la condición de droga de diseño. Los clubes se remodelan según los cánones de poderosos centros financieros y mediáticos, el juego ya no depende del talento coordinado de los jugadores, sino de sistemas que llevan el nombre o el apellido del entrenador: el sistema Capello, el Van Gaal, el Robson. Los feligreses ya no son los dueños de la iglesia, la llenan pero el poder condicionante del dinero pasa por las exclusivas de televisión y la publicidad. Ni siquiera Ronaldo es un jugador de fútbol, es un diseño de la FIFA y de las multinacionales de prendas deportivas. Los dirigentes fichan para satisfacer el afán consumista de las masas y los entrenadores diseñan estrategias y piden jugadores que se adecúen al esquema previo. Casi siempre el esquema previo de los grandes entrenadores depende del que les dio éxito y toda la vida estarán pendientes de repetir el modelo buscando las piezas que se adapten al esquema. A los entrenadores de fútbol les pasa lo que a muchos críticos literarios o de las artes plásticas: aprenden a leer una sola vez en su vida.
Capello quería un portero tan alto como el que tenía en el Milan y pasó por encima de los cadáveres de Buyo y Cañizares. Le faltaba un lateral espigado y de ojos azules y se lo trajo de Italia. Van Gaal quiere zurdos como los que tenía en el Ajax y morirá matando a Stoichkov, Amunike, después de haber eliminado ya a Cuéllar. Su modelo de delantero en punta es Kluivert o Anderson y Pizzi no encaja, por lo que el gran diseñador conseguirá aburrir al jugador hispano-argentino y en diciembre se irá en busca no de un club, sino de un diseño. Cuando se ficha a un entrenador-diseñador se debe asumir que su talento no consiste en sacar partido a los jugadores de la plantilla, sino en construir plantillas a la medida de su talento. Vamos pues a presenciar una Liga de diseño en la que la emoción de la comunión de los santos será cada vez más teleconducida. Por ejemplo. Los feligreses esperaremos hasta diciembre para ver si nos gusta el rito diseñado, pero sabemos que si no nos gusta, en diciembre puede volver a haber fichajes y nuevos gladiadores se pondrán nuestros colores y nos representarán en el auto sacramental de la derrota o la victoria bajo los vigilantes ojos de los diseñadores.
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