M.V.M.

Creado el
26/4/1999.


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La OTAN, la ONU y la CNN

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

EL PAÍS, 24 / 4 / 1999


A muchas millas de España, en países donde la información sobre problemas internacionales casi no forma parte de sus muchas preocupaciones, se nota a través de la CNN que los norteamericanos le van tomando el gusto a la guerra contra Serbia, su guerra, porque apenas si dejan protagonismo para los supuestos aliados europeos. Al mismo Solana sólo lo muestran como recepcionista, cuando saluda a la ministra de Asuntos Exteriores de Estados Unidos, por ejemplo. Curioso contraste el del retrato de la situación entre TVE exterior y la CNN, porque mientras TVE se esfuerza en resaltar el protagonismo de Aznar o de Matutes, incluso el de Solana, la CNN no deja espacio casi ni para Schröder, a pesar de su plan de paz. La guerra de Yugoslavia es la guerra de Estados Unidos, una chuchería estratégica que le permite ensayar bombardeos ultramodernos de momento sin coste de vidas humanas propias, perfectamente calculadas las víctimas del territorio bombardeado, sean serbios, montenegrinos o albanokosovares. Es de suponer que, como ocurre en todas las guerras, y más en las guerras inteligentes, el mando aliado calculó las pérdidas humanas, en este caso las pérdidas humanas de los otros, porque se partía del principio de que no las hubiera de los nuestros. Esta guerra se terminaría el día en que aparecieran en la pantalla cadáveres aliados, y en las argumentaciones televisadas de Matutes que acabo de contemplar de TVE exterior subyace el argumento subconscientemente exculpatorio de que España contribuye poco y tiene la garantía de la seguridad de sus efectivos humanos.

En los artículos de Solana que se reproducen en la prensa mundial, dentro de la campaña de autojustificación del secretario de la OTAN, se sigue afirmando su orgullo por contribuir a la formación de la nueva Europa y su rechazo a aceptar que la OTAN está en guerra. Parece como si un desvencijado Solana, sin duda afectado por su imposible papel, fuera víctima del síndrome del doble lenguaje y errara por ahí sorprendiéndose: ¿Guerra? Nosotros no le hemos declarado la guerra a nadie. Él es posible que no. Lo que ya está fuera de estimación sensata es que esta guerra obedezca a la voluntad de salvar a los albanokosovares de la limpieza étnica. Sobre el genocidio de esta población, los historiadores del futuro escribirán que lo empezó Milosevic, pero que los de la OTAN hicieron lo imposible para llevarlo a sus peores consecuencias. Y es que Solana no ha conseguido hacer de la OTAN la Unicef, sin duda el propósito que le llevó a secretario que no jefe de los guardias de la globalización. En la portada de The Economist se reproducía la imagen de un albanokosovar preguntándose a quién ha de temer más, si a Serbia o a la OTAN. Fue Solana quien, ante uno de los enésimos bombardeos de Irak, justificó que la OTAN podía permitirse pasar por encima del mandato del Consejo de Seguridad, y es que la OTAN juega el papel de policía malo de la globalización, y la ONU, el de policía bueno; la CNN, el de la cadena imperial que fija el canon de la globalización deseable.

Por si faltara algo, una ilustre personalidad de guerras pasadas, casi todas sucias y perdidas, menos las del Chile de Pinochet, la Argentina de Videla y el Uruguay de Bordaberry, Kissinger, ha publicado un artículo en el que va más allá que Solana y propone aniquilar a Serbia, aunque nada dice sobre la necesidad de convertirla en un pueblo de pastores y camareros. Podemos llegar a la sospecha de que la OTAN no sólo ultima la limpieza étnica de albanokosovares, sino que cada vez le encuentra más gusto a la limpieza étnica de serbios. Los que no podemos permitirnos la limpieza étnica de los responsables de la OTAN hemos de quedar a la espera de lo que pase, tomando partido ante la zanahoria Milosevic. Nos la comemos o no nos la comemos. Nos ponen a Milosevic como el causante psicópata del conflicto, como si este conflicto terminara el día en que Milosevic desaparezca, como si no fuera una hidra siniestra, a la que la aventurera acción de la OTAN le ha añadido más patas.

Sigo afanosamente la CNN para enterarme del pensamiento del imperio e incluso advierto en tan pasteurizada y decantada cadena una cierta perplejidad sobre el final de esta historia. ¿Y si muriera algún norteamericano? Muchos serbios han muerto, los albanos son un pueblo de hormigas pisoteadas e instrumentalizadas, pero, claro, Estados Unidos tiene a tres, tres, insisto, soldados retenidos por los serbios. Pase o no por encima del cadáver de Milosevic, el nuevo orden internacional empieza bien. Va a tener en el bajo vientre de Europa dos tumores en plena metástasis: la constitución de un enclave islámico y la memoria herida de los eslavos del norte y del sur. Cautivo y desarmado el ejército rojo y sus compañeros de viaje con la caída del muro de Berlín, dijeron: la Historia ha terminado. Insensatos. Ahora constamos como eslavos, islámicos, bereberes, samoyedos, celtíberos, europeos, todos en el campo de concentración global, vigilados desde las garitas por la OTAN y la CNN. Reproduciendo la dialéctica de la cultura policial, la OTAN se ha autoatribuido el papel de policía malo del imperio; la ONU, el de policía bueno, que previene al interrogado sobre la conveniencia de que sea comprensivo, porque si no vendrá el otro con sus dedos gordezuelos llenos de misiles inteligentes. La CNN es el instrumento mediático para globalizar los códigos del poder imperial, en una adaptación posmoderna de la constatación de Nebrija de que siempre fue la lengua compañera del imperio y hoy día el imperio sería imposible sin una herramienta de representación del canon globalizador.

No pasaría sin que los Clinton le saquen partido a su guerra balcánica. Hillary quiere ir a hacer carrera política besando a niños albanokosovares y preguntando sagazmente a los repatriados, mientras su marido añade más dólares para que la OTAN actúe, los mismos dólares que regatea a la ONU, y es que el imperio tiene su policía preferido. Cueste la violencia que cueste, pero que esa violencia se cobre las vidas de los ciudadanos periféricos. La ONU y la Cruz Roja de Verónicas, no vaya a haber un empacho de sangriento Ecce Homo en la pantalla global.


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