M.V.M.

Creado el
11/3/98.


Más cosas sobre Vázquez Montalbán y Cuba.


Alegato contra Numancia

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

EL PAÍS, 27 / 1 / 1998.


Cuando vi a García Márquez al lado de Fidel Castro, en la primera de las filas del poder presente en la misa de La Habana, recordé aquella secuencia histórica en la que Torrijos se llevó a Graham Greene y a Gabo como testigos de la firma del tratado de devolución del canal de Panamá. Graham Greene tenía prohibido el visado de entrada en Estados Unidos porque en su juventud universitaria había militado dos o tres semanas en el Partido Comunista Británico y García Márquez era en aquellos años visto en Estados Unidos como el prototipo del escritor comunista. Que Fidel Castro le pidiera al premio Nobel que le hiciera compañía en el último acto de masas en presencia del Papa podía interpretarse como una relativización significante de la primera fila del poder político, pero creo que el escritor asumía, lo quisiera o no, la representatividad que le daba el haber sido interlocutor de Clinton en dos ocasiones en el intento de trazar un puente entre la Cuba de Castro y el Gobierno de Estados Unidos. García Márquez, junto a Castro y ante Juan Pablo II, no sólo era el tercer Papa, sino también una señal.
García Márquez y Fidel Castro tienen una relación de amistad extraterritorial, y yo creo que también extraideológica, relación de la que el escritor nunca da noticia ni justificación porque en verdad, en verdad os digo que las afinidades nunca son electivas. Cohabito con García Márquez y otros amigos un instante mágico que nos regala en su casa Pablo Milanés y sus invitados musicales, el joven cantante Raúl Torres, de próxima presencia en España, y el milagroso trovador nonagenario Francisco Repilao, Compay II. Yo también tengo una relación de amistad extraterritorial con Milanés desde que escuché la canción que dedicara a Allende y a la Santiago ensangrentada por Pinochet y luego comprobara que su autor estaba a la altura de lo que escribía: no le gustan las ciudades ensangrentadas. Me pareció una canción nada épica. Escrita desde la melancolía ética, esa aura que rodea a Milanés y que impregna cuanto toca en esta casa llena de delicadezas y de las buenas vibraciones que emiten su hija Haydée, en homenaje a Haydée Santamaría, el hada buena de Milanés adolescente, y Sandra, la escritora compañera del cantautor. Compay II me da su receta para llegar a los noventa y tantos años dispuesto a hacer feliz dos veces cada día, incluso a altas horas de la madrugada, a cualquiera de sus numerosas novias: se sofríe en manteca un trozo de cuello de carnero hasta que pierde el color de sangre, se le añade ajo, compañero, tomate, agua, se deja cocer, y finalmente se le da el toque con limón y sal; sobre todo, que pierda el color de sangre, compañero. «España y Cuba nunca se engañan», canta el viejo trovador, incansable gracias a su caldo de cuello de carnero: «No lo olvides compañero, fríe el cuello hasta que pierda el color de sangre...». Me cito con él en esta casa dentro de un año, con Raúl Torres en España en febrero, con Milanés en marzo en el Palau de la Música de Barcelona, y me detengo ante el abismo del tiempo. ¿Qué va a pasar en Cuba en las próximas semanas o meses?
Por la noche, Fidel despide al Papa entre valoraciones positivas de un viaje que para el Gobierno cubano ha demostrado su capacidad de organización y de digestión de mensajes críticos. En los próximos días se esperan gestos políticos de sugerencia ajena a los que el castrismo es tan poco propicio, como la liberación de los presos incluidos desde hace meses en la lista petitoria del Vaticano.
También gestos de cohabitación filosófica, como una mayor libertad de movimientos de la Iglesia católica por Cuba, ante la que se pertrechan las Iglesias protestantes, hasta ahora mejor relacionadas con el régimen, sin olvidar la alarma de los babalaos porque temen que lo nacionalcatólico pugne decididamente con lo afrocubano. Espero hablar hoy con Frei Betto del recelo suscitado en las filas de la teología de la liberación por la ofensiva vaticana contra el neoliberalismo y el capitalismo salvaje, hasta ahora bandera de las bases cristianas de Latinoamérica, tan maltratadas por la jerarquía vaticanista. Sin duda, el Vaticano programa a partir de la asunción de que el castrismo tiene suficiente vigencia como para merecer la inversión de un viaje del Papa, la proclama de antineoliberalismo militante y la ruptura del imaginario del aislamiento de Cuba. El Vaticano apuesta por la reforma, y no por la ruptura, para trasladar a Cuba, con todas las distancias, claves parecidas a las de la transición española, y está por ver qué Estados y qué bloques van a sumarse a esta estrategia del cambio. Los cubanos de Cuba esperan que el final del bloqueo signifique las desbunkerización, y los de Miami presentes aquí contemplan la intención de propiciar una evolución ya sin coartadas de bloqueos y de no alimentar el espíritu de defensa de Numancia o de El Álamo, según las mitologías. Creo que los numantinos desearían no serlo, pero si se les fuerza, volverán a sacar las actitudes y los gestos más épicos del baúl de los disfraces, y ese final sólo puede desearse desde el desquite y desde el desprecio por las ciudades ensangrentadas.


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