M.V.M.

Creado el
21/11/1998.


El derecho de las minorías

MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN

El País, Cataluña, 26 / 11 / 1995


En su cojunto, los medios informativos han jugado a la bipolarización electoral: CiU y el PSC, y si quedaba algo, para los demás. Los resultados electorales tal vez sirvan para adquirir un cierto respeto mediático por las minorías y muy especialmente por las de izquierda, Esquerra Republicana e Iniciativa per Catalunya. Mientras TV-3 continúa con su obsesión de convertir sus informativos en un NoDo al servicio de Pujol, la parte catalanizada de TV-2 ni quita ni pone rey pero ayuda al partido del Gobierno de España. Con la coartada de la relación proporcional entre espacios y electorados, la decantación de las radios, cuantitativa y cualitativamente, hacia CiU preferentemente y el PSC como alternativa, ha llegado a ser anticomunicativa, es decir, ruidosa. El trato del PP viene protegido por la expectativa de que sea el futuro amo de España y sus ondas hercianas.
    En cuanto a la prensa, propongo que se haga un curso especial en las facultades de Ciencias de la Información sobre cómo se puede sesgar una campaña no ya cuantitativamrnte, sino cualitativamente, convirtiendo a los candidatos de las minorías en absurdos ruidos recalcitrantes o poniéndoles entre las comillas de la cuarentena moral. A este respecto recuerdo el entrecomillado que cercaba y ponía en cuestión la reivindicación de Ribó de la "honestidsd de la izquierda". La honestidad entre comillas es menos honestidad. No es que no se crea en la honestidad de la izquierda, es que no se cree en la honestidad. Ahora los votos reunidos por Esquerra e IU son cuantitativamente apreciables, y cualitativamente aun más porque representan al votante contra corriente y no respetar a ese votante implica un desprecio antidemocrático hacia lo diferente. Se ha fracasado en el empeño político y mediático de imponer el bipartidismo en España en su conjunto y en cada una de sus comunidades autónomas, y me parecería no sólo ético sino además inteligente que, con vistas a las elecciones generales, unos mass media consagrados por la teología liberal del mercado empezaran a respetar la importancia de los consumidores de las minorías.
    Si el respaldo al PSC fue importante porque era el representante local del partido en el Gobierno de España y casi siempre hay que estar a bien con el Gobierno, el tratamiento del candidato Nadal ha reflejado un cierto sí pero no, condicionado por la extrañeza causada por tan insólito personaje político. Nadal se colaba por entre los poderes fácticos de su propio partido y aparecía como el candidato de transición que guarda la silla del tapado presentido. Tras el resultado electoral, Nadal ha salido muy fortalecido, a pesar del retroceso de votos, y está en condiciones de ser el pal de paller de un futuro PSC y de favorecer una alternativa de izquierdas que nos despujolice un poco, de la misma manera que el Barça necesitó deskubalizarse a finales de los cincuenta. Si Nadal consigue sacarse de encima la sombra de Rebeca, es decir, la sombra de Serra, a poco que vigile que no le pinchen el teléfono, puede marcar las pautas de un nuevo PSC en el camino de una presencia diferenciada de la izquierda catalana en el Parlamento de Madrid.
    Hasta que el PSC, Esquerra e Iniciativa no estén en condiciones de disputar a CiU el monopolio de esa "minoría catalana" en el Congreso, no podrán dar una batalla real por la hegemonía de la izquierda en Cataluña. Esa hegemonía forma parte de la finalidad explícita o implícita de Esquerra e Iniciativa, pero es preciso que Nadal la convierta en prioritaria para un colectivo en Cataluña tan determinante como es el PSC. Mal asunto si Nadal se conforma con el plato de lentejas de buscar una alianza con CiU que sólo ayudaría a un avance del PP, porque está en condiciones de aspirar a más y la tenacidad rojiverde de Iniciativa por alcanzar una identidad y un peso electoral permite aglutinar en esa finalidad alternativa del pujolismo a una izquierda a la vez radical y actual.
La excelente campaña de Ribó, contra corriente y superando muy bien el inútil empeño de reducirlo a un "telonero" de Julio Anguita, demuestra que a pesar del ningunismo que casi siempre le ha rodeado o de la reducción de su oferta a la caricatura o a la tómbola benéfica, representa una fuerza política suficiente como para merecer alguna vez un titular sin entrecomillados y una compaginación satisfactoria en página impar. Hay izquierdas para todos y sólo hace falta que racionalicen qué pueden hacer como tales izquierdas catalanas en el marco del Estado español y de Europa. La cuestión es especialmente acuciante para las izquierdas federalistas como son el PSC e Iniciativa, porque el federalismo bien entendido empieza por uno mismo y lo que hoy es una aspiración ampliamente minoritaria merece el derecho a ser algún día un logro mayoritario, con el permiso de los manipuladores del mercado de las mayorías y las minorías.